sábado, 14 de abril de 2018

Carta contra el desgaste médico - DiarioMedico.com

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RESONANCIA INFORMATIVA

Carta contra el desgaste médico

El 'burnout' o desgaste profesional no solo afecta al que lo padece: repercute en la seguridad del paciente y en los costes sanitarios. Atajarlo es el propósito de una Carta que se acaba de publicar en 'JAMA'.
por José Ramón Zárate. Subdirector de DM   |  07/04/2018 10:00
 
 

Burnout
The Drop Out Club (algo así como el Club del Abandono) es una plataforma internética constituida en 1999 por seis médicos estadounidenses que habían abandonado su profesión para seguir carreras alternativas. Hoy, con casi 45.000 miembros -médicos y científicos- de un centenar de países, se ha convertido en un foro para desahogar penas y en una oficina de empleo para vocaciones frustradas o quemadas pero cuyos conocimientos pueden ser muy útiles en otros ámbitos. "La frustración con la medicina es nuestro combustible", declaraba hace un año en Stat News Laura Fijolek McKain, fundadora de Physician Nonclinical Career Hunters, un grupo de Facebook con casi 2.000 miembros. "Los médicos están desquiciados por el tiempo que malgastan en burocracias y otras actividades que tienen poco que ver con el cuidado de los pacientes".
Acuñado hace casi medio siglo, el término burnout, 'estar quemado' en castellano o 'síndrome del desgaste profesional', se caracteriza por depresión, agotamiento, insomnio, cefalea, irritabilidad y actitud cínica o suspicaz. Afecta sobre todo a profesionales en contacto directo con personas, como profesores, policías y médicos. Diversos estudios lo cifran en entre un tercio y la mitad de los médicos, en especial de urgencias y de atención primaria. En marzo de 2013, Annals of Emergency Medicine publicó una encuesta entre 7.288 médicos de dos docenas de especialidades y 3.442 trabajadores estadounidenses de otros campos. El 65 por ciento de los médicos de urgencias declararon estar quemados, así como el 55 por ciento de los médicos de primaria, frente al 27,8 de trabajadores no médicos.
El fenómeno suele estar causado por un cúmulo de circunstancias como estrés crónico, sobrecarga profesional, horarios excesivos y guardias intempestivas, agotamiento emocional por la incapacidad de ayudar al paciente, despersonalización y masificación de la medicina y sensación de falta de realización personal. Como es sabido, incide notablemente en los residentes. En febrero pasado, Journal of Neurosurgery publicó otra encuesta entre 346 residentes de neurocirugía de Estados Unidos: el 81 por ciento estaban satisfechos con su carrera, pero el 41 por ciento pensaban seriamente en abandonarla; la tasa de desgaste profesional era del 67 por ciento, causado entre otras razones por relaciones insatisfactorias con sus tutores, estrés psíquico, poca actividad quirúrgica y rivalidades académicas.
  • El 'síndrome del desgaste profesional' se caracteriza por depresión, agotamiento, insomnio, cefalea, irritabilidad y actitud cínica o suspicaz
Para tratar de paliarlo, el Collaborative for Healing and Renewal in Medicine -un grupo de educadores, investigadores y directivos académicos copresidido por Jonathan Ripp, experto en bienestar y resiliencia en la Escuela de Medicina Icahn en Mount Sinai; Larissa R. Thomas, de la Universidad de California en San Francisco, y Colin P. West, de la Clínica Mayo en Rochester- publicó en JAMA el 29 de marzo pasado, con el respaldo de la Asociación Médica Americana (AMA) y la Asociación de Colegios Médicos Estadounidenses, una Charter on Physician Well-Being, un documento para que las organizaciones sanitarias -públicas y privadas- desarrollen políticas destinadas a promover el bienestar de los médicos. "La fuerza de un sistema sanitario depende de la salud y el bienestar de nuestros médicos", explica Dennis S. Charney, decano de la Escuela de Medicina Icahn y reconocido experto en los mecanismos psicobiológicos de la resistencia humana al estrés. "Esta Carta proporciona un plan para abordar el agotamiento y desarrollar programas que optimicen la salud y satisfacción de los profesionales", y redunden en el mejor cuidado de los pacientes y en un ahorro de los costes sanitarios.
La Carta recoge una serie de compromisos encaminados a reducir el desgaste y restaurar la ilusión de un colectivo asediado por papeleos, tecnologías y presiones económicas que le apartan de su principal objetivo y terminan por desencantarlo.

Compromisos sociales

-Fomentar una cultura social de confianza y apoyo a la medicina. Identificar y minimizar las discrepancias percibidas entre los valores individuales y organizativos, promover las relaciones y conexiones comunitarias y laborales, y reconocer el valor innato de las personas más allá de sus logros profesionales.
-Estrategias y políticas que mejoren el bienestar del médico. Sistemas de cobertura flexibles para el médico enfermo y acceso a programas de salud mental cuando los necesite que preserven la confidencialidad. Reducción del trabajo administrativo.

Compromisos organizativos

-Construir sistemas de apoyo. Recursos adecuados para gestionar el ritmo y el volumen de trabajo, y diseño de espacios que optimicen el trabajo y la comunicación. Por ejemplo, líneas de prescripción automatizadas, asistentes médicos que introduzcan los datos del paciente en los registros de salud electrónicos, y flujos de pacientes más eficientes. Horarios que aseguren el descanso adecuado y una carga de trabajo manejable. Flexibilidad para la conciliación familiar y formativa e integración del tiempo administrativo dentro del calendario laboral.
-Desarrollar un liderazgo comprometido. Incluir iniciativas de bienestar en los esfuerzos de planificación estratégica e integrarlas en las evaluaciones del desempeño organizativo. La toma compartida de decisiones construye una fuerza de trabajo más saludable y productiva.
-Optimizar los equipos interprofesionales. Centrar el trabajo del médico en aquello para lo que está mejor capacitado. Promover la práctica interprofesional. Procesos que adapten la carga de trabajo a las expectativas.

Compromisos interpersonales e individuales

-Anticiparse y responder a los desafíos emocionales inherentes al trabajo del médico: eventos adversos, muerte de pacientes y exposición al dolor y a la angustia. Incorporar estrategias de afrontamiento para tales experiencias en la educación continua, promover la conciencia emocional y normalizar la búsqueda de apoyo.
-Priorizar la atención de la salud mental. Contrarrestar el posible estigma promoviendo sistemas que alienten a los médicos a buscar ayuda.
-Promover el autocuidado. Las organizaciones y los programas de capacitación deberían proporcionar educación, recursos y tiempo protegido para el descanso y la revisión de la salud del médico, atendiendo a la alimentación saludable y facilitando el ejercicio adecuado.
En definitiva, los impulsores de esta Carta consideran el bienestar del médico como un marcador de calidad de los sistemas de salud, y una responsabilidad compartida entre los médicos y las organizaciones que les cobijan y regulan.

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