miércoles, 7 de marzo de 2018

La recuperación del accidente cerebrovascular mejora mediante la privación sensorial - El médico interactivo : El médico interactivo

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El Médico Interactivo

La recuperación del accidente cerebrovascular mejora mediante la privación sensorial

Se puede estimular la recuperación al desocupar temporalmente algunas áreas cerebrales y hacer de esa región del cerebro una zona más plástica


cerebro



Cerrar temporalmente las señales neuronales en una parte saludable del cerebro puede ayudar a la recuperación del accidente cerebrovascular, según una nueva investigación realizada en ratones. Los hallazgos, de investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad de Washington en St. Louis, en Estados Unidos, se detallan en un artículo publicado en ‘Science Translational Medicine’.
Los modelos experimentales que habían presentado accidentes cerebrovasculares tenían más probabilidades de recuperar la capacidad de emplear una pata delantera si sus bigotes se cortaban después de un accidente cerebrovascular. Recortar los bigotes priva a un área del cerebro del modelo experimental de recibir señales sensoriales y deja esa área del cerebro más plástica, o receptiva al cableado para asumir nuevas tareas.
“Es posible que tengamos que replantearnos cómo hacemos la rehabilitación del accidente cerebrovascular –dice el autor principal Jin-Moo Lee, profesor de Neurología en la Facultad de Medicina de la Universidad de Washington–. La rehabilitación de accidentes cerebrovasculares a menudo se enfoca en tratar de entrenar a los pacientes para compensar la discapacidad causada por el accidente cerebrovascular, pero esta estrategia tiene una efectividad limitada. Nuestros hallazgos sugieren que podemos estimular la recuperación al desocupar temporalmente algunas áreas cerebrales y hacer de esa región del cerebro más plástica. Una forma de hacerlo podría ser inmovilizando una extremidad sana”.
Aproximadamente 450.000 personas sobreviven a ictus cada año. Debido a que el cerebro es adaptable, las personas normalmente recuperan una cantidad limitada de funciones de forma natural. Por ejemplo, una persona que no puede mover el brazo el día después de un derrame a veces puede mover los dedos una semana después. Las imágenes cerebrales en esas personas muestran que el control de los dedos cambia del área del cerebro afectada por un accidente cerebrovascular a un área cercana no dañada, un proceso conocido como reasignación.
La profundidad con la que una persona se recupera se correlaciona con la capacidad de su cerebro para reconectar y mover funciones de áreas lesionadas a ilesas. Pero esta adaptabilidad también significa que hay una batalla constante por el control de lugares del cerebro. Normalmente, si se interrumpe la señalización neuronal en un área –por privación sensorial o amputación de extremidades, por ejemplo– las funciones vecinas se diseminarán en esa área no utilizada.

Reasignación de funciones

Los investigadores de la Universidad de Washington, razonaron que cerrar las señales a un área no lesionada cerca del sitio del daño del ictus promovería la reasignación en esa área mediante la generación áreas vacantes.
Los investigadores desencadenaron un derrame cerebral en la parte del cerebro de los ratones que controla la pata delantera derecha. Luego, cortaron los bigotes en la mitad de los animales de experimentación para inducir la privación sensorial en una región del cerebro cercana al accidente cerebrovascular y dejaron intactos los bigotes de los otros individuos. Los animales confían en sus bigotes, que son ricos en terminaciones nerviosas, para detectar la ubicación de los objetos en su entorno.
Los científicos midieron la recuperación al comparar el uso de las patas delanteras derecha e izquierda. Inmediatamente después de los ictus, ambos grupos de animales favorecieron sus patas delanteras izquierdas; pero cuatro semanas después de los ataques cerebrovasculares, aquellos con bigotes cortados habían comenzado a usar sus patas delanteras otra vez, y en ocho semanas, habían vuelto a usar ambas por igual. Por el contrario, los animales cuyos bigotes no estaban recortados no mostraron mejoría a las cuatro semanas y solo exhibieron una recuperación parcial a las ocho semanas.
Entonces, los autores mapearon los cerebros para encontrar el área exacta que controlaba la pata delantera derecha. En cada individuo con bigotes recortados, el lugar del control de las patas delanteras se había apoderado de parte del área que generalmente recibe la sensación de bigote. En los animales con los bigotes intactos, el locus de control de las patas delanteras se había movido a cualquiera de varios puntos contiguos al sitio de la lesión.
Los investigadores mantuvieron los bigotes recortados durante ocho semanas, hasta que se recuperaron por completo de los accidentes cerebrovasculares y volvieron a usar ambas patas delanteras por igual. Luego, permitieron que crecieran nuevamente. Cuatro semanas después, el control de los bigotes había recuperado parte de su anterior propiedad en el cerebro. Aun así, el control de las patas delanteras permaneció en una esquina del área. Los animales continuaron teniendo pleno uso de sus patas.
Los investigadores no saben si al permitir que la pata delantera se apodere de una parte del área que normalmente se dedica a controlar el movimiento de los bigotes, los ratones pierden el control sobre sus bigotes. Pero es posible que una función cerebral llegue al territorio de otra función sin aparentes efectos negativos, plantean.
“La parte del cerebro que controla los movimientos finos de los dedos es inusualmente grande en los músicos, y la parte para la navegación se amplía en los taxistas. Desarrollar esas habilidades no hace que los músicos y taxistas pierdan otras habilidades. Probablemente utilicen sus cerebros de manera más eficientes”.
Las áreas neurológicas que rigen las partes del cuerpo se trazan en el cerebro en el mismo orden en que existen en realidad: la parte del cerebro que dirige el brazo está cerca del área que controla el hombro, y así sucesivamente. Si una lesión cerebral hace que una persona pierda el control de su brazo, inmovilizar su hombro cerraría la señalización neuronal al área adyacente del cerebro, lo que abriría el espacio para la reasignación.
“Tal vez tenemos que empezar a pensar acerca de la mejora de los resultados mediante la mejora de la plasticidad en las regiones específicas del cerebro “, apuntan. “Este estudio muestra que es posible hacer eso y que podría mejorar la recuperación”, concluye.

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