jueves, 7 de diciembre de 2017

Los contaminantes ambientales van directos al corazón - DiarioMedico.com

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EPIDEMIOLOGÍA AMBIENTAL

Los contaminantes ambientales van directos al corazón

Aumenta la evidencia de que agentes como el arsénico o el plomo tienen una estrecha relación con la enfermedad cardiovascular.
María Sánchez-Monge   |  29/11/2017 00:00
 
 

Ana Navas
Ana Navas, epidemíóloga ambiental de la Universidad de Columbia (Nueva York). (Luis Camacho)
La epidemióloga ambiental Ana Navas tiene múltiples frentes de investigación abiertos, pero el cáncer apenas está presente en ellos. De hecho, cuando inició su carrera profesional, pronto tuvo claro que no quería seguir ese camino. Quizá sea porque, cuando se alude a la relación entre medio ambiente y salud, se tiende a mencionar, sobre todo, el cáncer, además de las enfermedades respiratorias. Sin embargo, según datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el ictus y la cardiopatía isquémica son las patologías que están detrás de la mayoría de los fallecimientos achacables a causas ambientales. El organismo internacional engloba en esta área tanto los agentes químicos como la contaminación del aire, el cambio climático, la radiación, el ruido ambiental, etc.
Navas, catedrática del Departamento de Ciencias de la Salud Ambiental de la Universidad de Columbia, en Nueva York, comenta que la enfermedad cardiovascular "se ha relacionado mucho más recientemente con la exposición ambiental que el cáncer". El punto de inflexión se produjo a finales del siglo XX, que fue cuando se reconoció que "la contaminación ambiental está íntimamente asociada a los ingresos hospitalarios por eventos cardiovasculares y enfermedad coronaria".
  • El vínculo entre arsénico y patología cardiovascular está claro en niveles altos, pero es necesario profundizar en el impacto de una menor exposición
Uno de los ejemplos más claros de este vínculo es el del plomo. En Estados Unidos, la epidemia cardiovascular fue en aumento hasta la década de los 70 y a partir de entonces se produjo una "bajada drástica", comenta Navas. "Se estima que se han prevenido más de un millón de muertes", agrega. Ese cambio tan radical puede tener múltiples causas, como la mejora de la atención sanitaria o la reducción del tabaquismo. Sin embargo, tal y como apunta Navas, el arranque de esa reducción coincide con la prohibición del plomo en la gasolina. En cambio, este metal se suprimió del combustible mucho más tarde en otros países, como España, en los que "el cambio en la patología cardiovascular ha sido más paulatino".
El plomo ha desaparecido de la gasolina en prácticamente todos los países, lo que supone una victoria frente a las patologías que puede ocasionar. Pero existen otras fuentes de exposición, como las pinturas con plomo, que aún están permitidas en muchos países. Según calcula la OMS, la eliminación total de la exposición al plomo prevendría el 9,8 por ciento de la discapacidad intelectual, el 4 por ciento de la cardiopatía isquémica y el 4,6 por ciento del ictus en la población mundial.
Navas, que acaba de pronunciar una conferencia en el Instituto de Salud Carlos III (Madrid) con motivo de la VI Jornada conjunta del Centro Nacional de Epidemiología y la Sociedad Española de Epidemiología, ha centrado buena parte de sus investigaciones en los efectos del arsénico. "No es un metal, sino un metaloide, y se comporta de forma muy diferente al plomo o el cadmio", ha explicado. A lo largo de los siglos, los humanos no han estado expuestos al plomo y el cadmio de forma natural; ha sido la acción humana, con actividades como la extracción de metales del subsuelo, la que ha aumentado la exposición a esos metales.

Arsénico en agua potable

Por el contrario, el arsénico sí que ha sido siempre fácilmente accesible, por lo que, "de forma evolutiva, hemos desarrollado mecanismos para protegernos". Una forma de exposición muy común es el arroz y, de hecho, se ha podido apreciar que algunas especies de este cereal tienden a acumular este agente en mayor medida. Además, algunas poblaciones están más expuestas al arsénico por el agua -sobre todo subterránea- que consumen. En algunas partes del mundo, como Bangladesh, la contaminación por este es especialmente acusada. Se calcula que, solo en ese país, entre 100 y 200 millones de personas están expuestas a niveles de arsénico diez veces superiores al normal.
Diversos estudios, como los realizados en Taiwán y Chile, han relacionado de forma clara la exposición a niveles muy altos de arsénico con la epidemia cardiovascular. Es más, se ha apreciado que estas patologías "disminuyen rápidamente si se elimina la contaminación". En cambio, el cáncer asociado al arsénico tarda más en aparecer ante una alta exposición y también disminuye más lentamente cuando se controla el foco de contaminación.
La aparición de enfermedades relacionadas con el contacto diario con el arsénico deja de ser tan evidente cuando es una exposición crónica a niveles más bajos de la sustancia. En esos casos, aclara Navas, "medir el arsénico en agua no es suficiente y los biomarcadores son esenciales para identificar las distintas fuentes". Asimismo, es importante "conocer las diferencias interindividuales en el procesamiento del arsénico", ya que se han detectado factores genéticos relacionados con su metabolismo que pueden ejercer un papel protector.

Estudios en España

Uno de los pocos estudios sobre los efectos de la exposición crónica a niveles bajos de arsénico en España, realizado entre 1998 y 2002, constató la existencia de zonas -en Valladolid, Extremadura y Murcia, sobre todo- donde los niveles de arsénico se situaban, según Navas, "por encima de lo deseable". Tras los ajustes pertinentes, en función de factores como la dieta, se apreció "un aumento del riesgo cardiovascular con la exposición aumentada al arsénico". No obstante, la epidemióloga aclara que esta investigación es una buena muestra del nivel de incertidumbre cuando los niveles de contacto con el contaminante no son muy elevados: "Sería necesario profundizar en la investigación en estos niveles más bajos".

Un agente neurotóxico muy potente

La exposición a plomo se ha relacionado con diversas enfermedades. Incluso hay estudios que relacionan la disminución de los niveles ambientales tras la prohibición de la gasolina con plomo con una reducción significativa de la violencia en Nueva York. No es de extrañar si se tiene en cuenta que es un potente neurotóxico, tal y como resalta un trabajo publicado en 2013 en Gaceta Sanitaria, que revela la magnitud de la disminución de la exposición a esta sustancia en España en los últimos años.
En ese trabajo, Ferrán Ballester, del Centro Superior de Investigación en Salud Pública, en Valencia, y el resto de firmantes se centraron en la población infantil española porque "el feto y el niño son más vulnerables a esta exposición, ya que la barrera hematoencefálica que protege al cerebro adulto de la exposición a sustancias tóxicas no está totalmente formada hasta seis meses después del nacimiento". Además, "los niños tienen una mayor tasa de absorción de compuestos tóxicos que los adultos, debido a que su ingesta con los alimentos y el agua por kilogramo de peso es mayor, y tienen una menor capacidad para la desintoxicación".
Los resultados del análisis muestran una reducción de las concentraciones de plomo desde 1989 hasta 2013. "La disminución, tanto en el aire como en la población infantil, es muy probable que sea consecuencia de las medidas legislativas que han regulado la cantidad máxima de plomo en la gasolina, desde 1987 hasta su prohibición total en agosto de 2001", concluyeron. Por lo tanto, fue una acción que "aumentó la protección de la salud".

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