jueves, 30 de noviembre de 2017

Avance científico: inyectan ADN editado en un paciente para curarle una enfermedad mortal - INVDES

Avance científico: inyectan ADN editado en un paciente para curarle una enfermedad mortal - INVDES

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Avance científico: inyectan ADN editado en un paciente para curarle una enfermedad mortal

Un nuevo hito en la historia de la ciencia ha tenido lugar estos días en Estados Unidos. Un grupo de investigadores del UCSF Benioff Children’s Hospital en Oakland completó un nuevo tratamiento en un paciente con una enfermedad mortal y buscan modificar su genoma humano con la intención de curar su trastorno genético.
Se trata del primer procedimiento de edición de un gen dentro de un cuerpo humano vivo. Desde hace varios años, científicos en todo el mundo vienen trabajando en varios niveles dentro de la terapia genética, donde buscan modificar genes en un laboratorio antes de volverlos a incorporar a un ser humano.
Por ello, el avance científico realizado en el paciente estadounidense Brian Madeux, de 44 años, podría cambiar para siempre el tratamiento genético de padecimientos que hasta ahora son incurables.
Madeux, que sufre un trastorno metabólico raro llamado Síndrome de Hunter, recibió un tipo de medicamento vía intravenosa, el cual contiene miles de millones de copias de un gen corrector que está unido a una herramienta genética que es capaz de modificar su ADN.
Esta herramienta es conocida como ‘Zinc Finger Nucleases’ y es anterior a CRISPR. Su trabajo consiste en cortar el ADN en el lugar correcto, como si fuese una “tijera molecular”, eliminar el gen responsable del padecimiento e insertar el gen correctivo. Las instrucciones de todo este complejo procedimiento están codificadas en un virus que fue modificado para dirigirse al hígado del paciente.
Un caso inédito
El Síndrome de Hunter es causado por una enzima faltante o en mal funcionamiento. Esto ocasiona que el cuerpo de Madeux no pueda descomponer ciertos carbohidratos, que luego se acumulan y causan daño. Es problema puede producir un aumento en el tamaño de la cabeza y el hígado, pérdida de la audición, rigidez de las articulaciones, dificultad para respirar e incluso problemas mentales. Lamentablemente, a día de hoy no existe una cura y su tratamiento consiste en terapias enzimáticas cada semana.
“¡Este es el año de la genética!”, se entusiasma en declarar el genetista argentino Jorge Dotto. Y su exclamación tiene mucho sentido.
Primero surgió la noticia de los científicos Jeffrey Hall, Michael Rosbash y Michael Young, que ganaron el Premio Nobel de Medicina 2017 por sus descubrimientos sobre los mecanismos moleculares que controlan nuestros relojes biológicos. Luego se conoció que un equipo de investigadores chinos consiguió corregir una anomalía genética en embriones humanos, portadores de una grave enfermedad hereditaria de la sangre.
Y por último, la Agencia Federal de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos (FDA) aprobó hace pocos meses la comercialización de la primera terapia génica en el mundo, que consiste en modificar genéticamente el sistema inmunológico de un enfermo para combatir una agresiva forma de leucemia.
“Y ahora esto. Es una noticia increíble. Estamos en el camino de la medicina personalizada. Y se trata de un momento histórico, que por supuesto debemos tomar con cautela y responsabilidad, ya que el campo de la medicina genética es muy amplio y falta mucho todavía que conocer”, agregó el especialista.
“Es una muy buena noticia, ya que durante tres horas se le inyectó a un paciente con síndrome de Hunter un medicamento que utiliza una tijera genética en el propio cuerpo, donde actúan las moléculas del ADN”, precisó Dotto.
Esta enfermedad, conocida como “el Alzheimer de los bebés”, pasa inadvertida en la revisión ordinaria de un recién nacido y se comienza a manifestar en los primeros años para acelerar su desarrollo de síntomas y señales a medida que pasa el tiempo.
“Las personas que nacen con el Síndrome de Hunter no pueden metabolizar una clase de azúcares que contribuye al desarrollo de los huesos, la piel y los tendones, entre otros tejidos; esos azúcares se acumulan en las células y van dañando diferentes partes del organismo, incluído el cerebro”, precisó Dotto.
La imposibilidad de procesar los mucopolisacáridos se debe a la falta de una enzima, por lo cual la enfermedad que el médico escocés Charles Hunter describió por primera vez en 1917 se conoce también como Deficiencia de Iduronato Sulfatasa y Mucopolisacaridosis Tipo II (MPS II).
Algún día, los investigadores podrán usar la edición de genes para reparar el gen defectuoso en las células que causa enfermedades como el síndrome de Hunter. Sin embargo, ese no es el objetivo del ensayo, patrocinado por Sangamo Therapeutics, una compañía de biotecnología con sede en Richmond, California.
En cambio, según datos de la compañía, los médicos insertaron una copia de reemplazo del gen, usando la edición de genes para cortar la hélice de ADN de las células hepáticas en un lugar específico cerca del promotor, o el interruptor de encendido y apagado, para el gen de una proteína llamada albúmina.
Las células corrigen el daño insertando el ADN del nuevo gen, suministrado por los investigadores junto con las tijeras de ADN del editor genético, y la actividad del gen luego es controlada por el potente promotor de la albúmina. La idea es convertir estas células hepáticas modificadas en una fábrica para hacer que la enzima desaparezca en el síndrome de Hunter.
El enfoque específico de Sangamo, conocido como “puerto seguro”, debería evitar los riesgos de utilizar la terapia génica tradicional para alterar el genoma de una célula, que pega en el nuevo gen en un lugar aleatorio en el genoma y potencialmente puede activar un gen canceroso. Y debido a que el cuerpo no necesita mucha de la enzima, modificar solo una pequeña fracción de las células del hígado debería ser suficiente para tratar la enfermedad.
Entusiasmo y cautela
Stella Lancuba (MN 62939), médica genetista y directora de CIMER, explicó a Infobae que hoy en día el tema de la edición genética es muy relevante para la medicina personalizada.
“Se trata de un avance innegable y un paso más hacia la medicina del futuro. Hoy los científicos logran cambiar las propiedades químicas de las enzimas para su aplicación en medicina clínica”, aseguró Lancuba.
“Se trata de una gran revolución terapéutica en el sentido en que al conocer tanto los mecanismo biológicos (simples de estudiar) se pueden hacer operaciones en beneficio de la salud celular. A partir del conocimiento de la composición química del ADN y de su secuenciación, los mecanismos se pueden poner en práctica en forma exógena. Primero fue en laboratorio, in vito. Y ahora en forma directa al paciente”, agregó la especialista, que destacó que “es importante que sea una experimentación bajo grupos responsables, equipos médicos autorizados bajo un protocolo de investigación y bajo un marco legal regulado y adecuado”.
Su colega, la genetista Geraldine Peronace describió esta noticia como “un momento maravilloso que estamos viviendo”.
“Se nos abre una ventana a una nueva medicina, porque la antigua no ha dado respuestas a patoglogías severas. La terapia génica posibilita posibilidades de vida y de calidad de vida en donde antes había un punto y aparte”, precisó Peronace.
Y agregó: “Amerita probar en este tipo de pacientes, donde la sobrevida estaba estipulada de antes. Esta nueva oportunidad trae luz donde antes había sombras. Va a ser sin dudas la terapia del futuro. Este camino se recorre con los primeros pasos, como este. Seguramente va a haber aciertos y desaciertos. Pero es muy esperanzador para la medicina”.
La mayoría de los pacientes del Síndrome de Hunter mueren entre los 10 y 20 años, por lo que el caso de Madeux es una de esas raras excepciones. Por lo anterior ha decidido aceptar este tratamiento experimental sabiendo que hay muchas cosas que podrían salir mal.
Madeux asegura que vale la pena darle una oportunidad a pesar de los riesgos, ya que esto podría cambiar la vida de millones de personas, sobre todo niños, quienes son lo que más sufren por este tipo de padecimientos.
Ahora lo siguiente es esperar al menos tres meses, que es cuando obtendrán los resultados de la modificación genética y sabrán si se realizó correctamente y no hay daños colaterales. En caso de que resultase exitosa, el equipo de científicos ampliará sus pruebas a nuevos pacientes adultos para seguir perfeccionado la técnica, esto con miras a iniciar el tratamiento en niños.
Fuente: infobae.com

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