miércoles, 26 de julio de 2017

‘Oro’ celular que se encamina a mitigar las lesiones medulares - DiarioMedico.com

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MEDICAMENTO VIVO EN NEUROTRAUMA

‘Oro’ celular que se encamina a mitigar las lesiones medulares

Las células madre mesenquimales autólogas son la base de una terapia que ya ha demostrado su utilidad en las lesiones medulares. Ahora se abre un camino para mejorar este tratamiento.
Sonia Moreno | soniamb@diariomedico.com   |  25/07/2017 00:00
 
 

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Médicos y pacientes del ensayo en lesión medular
Médicos y pacientes de los ensayos que dirige Jesús Vaquero en el Hospital Puerta de Hierro, en Madrid. (Luis Camacho)
  • Médicos y pacientes del ensayo en lesión medular
  • Jesús Vaquero
Tan solo un 0,01 por ciento de las células presentes en los 50 centímetros cúbicos de médula ósea, normalmente extraídos de la cresta ilíaca del paciente, reúnen lo necesario para mitigar las secuelas de las lesiones medulares. Este oro celular se ha erigido como un tratamiento esperanzador para esos pacientes. Algunos de los que lo han recibido en el marco de un estudio clínico participaron en el curso de la Universidad Autónoma de Madrid sobre esta terapia avanzada coordinado por el neurocirujano Jesús Vaquero. Es el artífice de esta experiencia pionera en España, que se lleva a cabo en el Hospital Universitario Puerta de Hierro, en Majadahonda, Madrid.
Marisa Pina, una de esas lesionadas medulares que formó parte del primer ensayo desarrollado por Vaquero en el Puerta de Hierro, cuenta que hizo todo lo posible por entrar en cuanto supo de la existencia de ese estudio. "Ahora puedo ponerme de pie entre una silla y una mesa, algo impensable antes de ese tratamiento; me han devuelto la ilusión: no es solo por la mejoría en el aparato motor, es también lo que se logra en la mente y las emociones". Su perfil resume aquel primer ensayo: lesión medular dorsal, completa, de veinte años y nunca intervenida.

Evolución en marcha

Ya son seis los estudios clínicos llevados a cabo en el centro, tres de ellos finalizados. También incluyen a afectados por lesiones incompletas, algunas con secuelas mínimas, como dificultades en la marcha. Sobre la mejoría alcanzada con el tratamiento, Mercedes Zurita, directora de la Unidad de Neurociencias del hospital madrileño, dice que "ninguno de los pacientes tratados está hoy corriendo, pero todos tienen una respuesta motora. Y no sabemos hasta dónde van a seguir evolucionando". Vaquero abunda: "Desconocemos hasta dónde llegarán los resultados de esta terapia; de hecho, tengo pacientes que se encuentran mejor ahora, tres años después de la intervención, que al finalizar el seguimiento de un año".
  • "Hemos tratado a algún paciente con daño cerebral adquirido por trauma dentro del uso compasivo; esperamos iniciar pronto un ensayo”
El máximo de células administradas en todos estos ensayos clínicos son 300 millones, en tres dosis con un intervalo de dos meses entre cada una. Las células madre mesenquimales autólogas, esa mínima parte que se consigue de la médula ósea del paciente, se expanden y combinan con un excipiente específico, elaborado a partir del plasma del paciente. Todo ello se procesa en una sala blanca, una unidad de producción celular que garantiza los requisitos (técnicos, de seguridad, legales, administrativos) para el desarrollo del medicamento vivo, denominado NC1.
El proceso hasta desarrollar este tratamiento experimental y su posterior ensayo clínico ha sido arduo. Son veinte años de trabajo. Zurita repasa el recorrido desde los primeros experimentos con roedores y luego con minicerdos: "Modelos difíciles de estandarizar, porque no hay dos lesiones medulares iguales, aunque se efectúen con un procedimiento idéntico, por lo que al final, el tratamiento debía estar individualizado", apostilla. Así ocurrió, de hecho, al llegar a la clínica. La terapia celular se administró en el primer ensayo directamente en la lesión del paciente, por vía quirúrgica, en una intervención larga, planificada con técnicas de neuroimagen, que se prolongó unas cuatro o cinco horas y donde se medía con exactitud la zona en la que colocar las células y el volumen concreto.
"Todos los enfermos recuperaron la sensibilidad y disminuyeron los síntomas de espasticidad. Los resultados fueron inmediatos. Eso no nos sorprendió, pues ya vimos una mejoría en los patrones somatosensoriales en los modelos experimentales. En cambio, sí nos resultó llamativa la recuperación en el control de esfínteres, algo más difícil de medir en los animales, y en la función sexual", expone Zurita.
  • "Nuestra lucha es que esta terapia celular se incorpore a la cartera de servicios, en centros de referencia que puedan concentrar la atención”
Los ensayos que siguieron a este primero incluyeron a pacientes con lesiones incompletas, más células y la vía de administración lumbar. "Constatamos la seguridad y que no hay efectos secundarios. El medicamento obtiene mayor efecto terapéutico a mayor dosis, por supuesto siempre limitado por el tamaño de la lesión", aclara la directora técnica de la Sala de Producción Celular.

Variabilidad e indicaciones

La idea de aumentar la cantidad está ahí, reconoce Vaquero. "Claro que nos lo planteamos, pero estos son ensayos rigurosos, tenemos que avanzar paso a paso y cada variable que introducimos hay que estudiarla en un grupo homogéneo de enfermos: dosis, tiempo de evolución, vía de administración... Es un proceso lento y necesita de recursos. Pero la intención es seguir a los pacientes durante unos cinco años y volver a infundirles células".
También quieren ampliar las indicaciones: "Ya hemos administrado el medicamento por uso compasivo a algunos pacientes con daño cerebral adquirido, y esperamos empezar pronto un ensayo. Lo hemos hecho a través del líquido cefalorraquídeo, en lesión traumática cerebral, si bien sabemos de experiencias en otros países en el daño isquémico. Hay evidencias de que puede ser útil, pero los resultados no están refrendados por agencias reguladoras ni avalados científicamente", comenta sobre la lacra de las clínicas que han proliferado sin ningún control en torno a la terapia celular. En ello coincide el profesor Luis Geffner, director del Grupo de Trabajo Células Madre, de Ecuador, y pionero de esos tratamientos en Latinoamérica, para quien, al no hacerlo de forma rigurosa, los resultados son malos y cunde la idea de que la terapia celular no sirve.
Vaquero afirma que "nuestra lucha es que la terapia celular entre en la cartera de servicios de los hospitales, que se establezcan unos centros de referencia para concentrar la atención". De momento, tienen una base de datos con 600 pacientes de toda España; unos 70 tratados, con cerca de 200 administraciones de la terapia. "No hay que crear falsas expectativas a los pacientes", insiste. Marisa Pino lo confirma: "Todas las expectativas que tenían con este estudio se han cumplido. Es un equipo de gran rigor científico, pero mayor aún humano".

El reto de anidar en un entorno hostil

¿Por qué la terapia celular en las lesiones medulares no logra el objetivo final de recuperar todas las funciones perdidas? Sobre ese punto investiga este equipo del Hospital Puerta de Hierro. "Sabemos que no llegan todas las células que implantamos; aproximadamente el 20 por ciento mueren debido al entorno hostil donde las colocamos", explica Mercedes Zurita. Las células tienen que adherirse, dividirse y migrar para poder desplegar todo su beneficio. "Ese es nuestro principal problema. Indagamos en el excipiente, para que ayude a las células madre mesenquimales a superar el estrés generado por los radicales libres y la escasa vascularización que encuentran en la zona dañada, pero poco podemos hacer desde el punto de vista clínico para mejorar ese microambiente y que contribuya a la adherencia celular". Además, apunta Jesús Vaquero, "hemos observado que siempre tiene que haber una fibra anatómica, aunque no funcione, donde puedan alojarse las células".
También importante es la rehabilitación física y neurológica de estos pacientes, "que supone un 50 por ciento del éxito del tratamiento", enfatiza Zurita. "Y no solo después de la terapia. Lo ideal en mi opinión es prepararlos antes para que lleguen en las condiciones óptimas", dice la investigadora, quien demanda más apoyo para este aspecto. Y recuerda que "en realidad, somos un equipo: los pacientes avanzan con los tratamientos, pero nosotros aprendemos cada día de ellos".

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