miércoles, 12 de julio de 2017

Lecciones aprendidas de los dos casos autóctonos de Crimea-Congo - DiarioMedico.com

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ARTÍCULO EN ‘NEJM’

Lecciones aprendidas de los dos casos autóctonos de Crimea-Congo

El equipo que atendió a los afectados por la fiebre hemorrágica el pasado verano publica sus resultados.
María Sánchez-Monge. Madrid   |  12/07/2017 23:00
 
 

José Ramón Arribas
José Ramón Arribas, jefe de la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital La Paz-Carlos III, de Madrid (DM)
La fiebre hemorrágica de Crimea-Congo es una enfermedad viral transmitida por garrapatas bastante extendida por el mundo, pero los dos únicos casos registrados hasta la fecha en Europa occidental son los que se produjeron en España el pasado verano. El equipo médico que se hizo cargo del tratamiento, análisis y vigilancia epidemiológica de los afectados da cuenta en el último número de The New England Journal of Medicine (NEJM) de diversos aspectos clínicos de la enfermedad.
El primer afectado fue un hombre de 62 años que contrajo la enfermedad por la picadura de una garrapata mientras paseaba por el campo en una localidad de Ávila. Falleció el 25 de agosto de 2016 en el Hospital Gregorio Marañón, de Madrid. El segundo caso fue una enfermera que lo atendió en el primer hospital madrileño en el que estuvo ingresado, el Infanta Leonor.
Fue entonces cuando se conjeturó que ambos habían contraído la fiebre hemorrágica de Crimea-Congo. "No lo sospechamos hasta que la segunda paciente se presentó con un cuadro clínico similar al del paciente índice. Es muy probable que, en ausencia de un segundo caso, este brote no se hubiese descubierto. Por lo tanto, es posible que se hayan registrado otros casos en España en los últimos años", exponen los firmantes del artículo en el NEJM.
Y la identificación de la enfermedad fue, posiblemente, lo que permitió tratar de forma más certera a la enfermera, que finalmente salvó la vida y fue dada de alta tras permanecer ingresada y aislada durante un mes.

Virus reemergente

El autor principal del trabajo, José Ramón Arribas, coordinador de la Unidad de Aislamiento de Alto Nivel del Hospital Universitario La Paz-Carlos III, ha explicado a Diario Médico por qué se trata de una enfermedad reemergente: "Es un virus ya conocido, pero cambia alguna característica. En este caso, la localización, ya que en España todavía no se había descrito ningún caso".
Lo que sí se había detectado son los virus causantes -Nairovirus, de la familia Bunyaviridae, en garrapatas en el año 2010. "Desde septiembre de 2016 hasta marzo de 2017 se hizo un muestreo en distintas regiones españolas y se encontraron garrapatas infectadas en Extremadura, Castilla y León, Castilla -La Mancha y Madrid", relata Arribas. "La tasa de infección fue relativamente baja, pero más alta de la esperada".
Por lo tanto, la probabilidad de que surjan más casos en humanos "es baja, pero no es cero", concluye Arribas. Esta enfermedad es endémica en África, los Balcanes, Oriente Medio y Asia. En Europa, hasta agosto de 2016 solo se habían dado casos en países del sudeste continental, como Rusia, Georgia, Ucrania, Albania, Kosovo, Grecia y Turquía. Sin embargo, la incidencia es bastante imprevisible. "En Turquía no se presentó ningún caso hasta 2002 y desde entonces ha habido unos 8.000. En cambio, en Grecia se registró uno y no han vuelto a comunicarse más casos", ejemplifica Arribas.

Nuevos hallazgos

En el trabajo, en el que también han participado profesionales sanitarios del resto de los centros implicados en el control y seguimiento del brote, del Instituto de Salud Carlos III, el Centro Nacional de Microbiología y los hospitales Gregorio Marañón e Infanta Leonor, se describen ciertos rasgos de la enfermedad hasta ahora desconocidos.
"Tuvimos la oportunidad de hacer una necropsia, algo que no es habitual en países como Turquía", indica Arribas. "Los compañeros que la llevaron a cabo detectaron una lesión hepática importante y, lo que es aún más relevante, una denudación de la mucosa del intestino grueso", que es una característica de esta enfermedad que nunca se había comunicado hasta ahora.
Otro aspecto destacable fue la persistencia del virus en fluidos orgánicos como el vaginal o la saliva, que lo negativizan en PCR antes que la sangre. "Algo que tendremos que tener en cuenta cuando queramos dar el alta es la necesidad de mirar todos los fluidos", puntualiza el experto, quien subraya que, al menos en este caso, la enfermera presentó "una viremia muy prolongada".
El especialista concluye que los clínicos tienen que "conocer esta nueva enfermedad" y tanto los profesionales sanitarios como la población deben estar atentos a la aparición de "fiebre o síntomas hemorrágicos después de la picadura de una garrapata". Advierte de que el virus que causa la fiebre de Crimea-Congo es un patógeno de tipo 4, lo que implica que se puede transmitir entre humanos. Además, "no hay ningún tratamiento validado ni vacuna".

Menos transmisible

No obstante, su capacidad de transmisión es mucho menor que la del Ébola. De hecho, la enfermera se infectó tras colaborar en la intubación endotraqueal del paciente índice con la inserción de catéteres femorales venosos y arteriales. "Una abundante hemorragia complicó la colocación de los catéteres, y las manos de la enfermera estuvieron en contacto directo con la sangre del paciente, aunque la piel no se perforó", escriben los autores. La Dirección General de Salud Pública de la Comunidad de Madrid realizó seguimiento a más de 430 personas que se vieron expuestas al virus, aunque ninguna presentó síntomas de la enfermedad.
Los exámenes revelaron que el virus de la sangre de los dos pacientes era idéntico y compartía una huella genética propia de un linaje africano de la enfermedad, no relacionado con el de Europa del Este. Se cree que esta variante pudo llegar a España a través de las garrapatas transportadas por aves migratorias procedentes del norte de África.

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