lunes, 9 de enero de 2017

Murcia: la escuela de espalda, aliada de la lumbalgia crónica - DiarioMedico.com

ENTrENAMIENTO EN HÁBITOS

Murcia: la escuela de espalda, aliada de la lumbalgia crónica

El Morales Meseguer aplica un abordaje propioceptivo en clases grupales en las que el paciente se responsabiliza adaptando los movimientos para mejorar su calidad de vida.
Pilar Laguna. Murcia | dmredaccion@diariomedico.com   |  09/01/2017 00:00
 
 
Las fisioterapeutas María Pellicer y Violeta Martín-Pozue lo, con el jefe del Servicio de Rehabilitación Juan 0Vicente Lozano y Eva Bataller, directora de EDE.
Autor: Pilar Laguna
Asistir a una escuela de espalda como opción terapéutica para el tratamiento de la lumbalgia crónica, tanto en el entorno de la rehabilitación hospitalaria como de atención primaria, reporta bastantes beneficios al paciente y también al sistema sanitario, según la experiencia del Hospital Universitario Morales Meseguer de Murcia (HUMM).
Desde que se creó en 2009 la Escuela de Espalda (EDE) del Servicio de Rehabilitación del HUMM se han acogido a esta opción terapéutica unos 2.000 pacientes con lumbalgia mecánica y evolución crónica, con el fin de adquirir conocimientos y entrenarse en cuidados y habilidades que les permitan manejar la espalda dolorosa y evitar recaídas. En diez sesiones -dos teóricas sobre principios de higiene postural y ergonomía, siete de taller en grupo y el último día para recopilar ideas y recibir material de apoyo-, se espera que el paciente salga con armas suficientes para gestionar su problema y mejorar la calidad de vida.
En estos años se han visto resultados preliminares positivos, según una investigación que dirige Eva Bataller, responsable de la Unidad de Columna y directora de la EDE. “En los pacientes que han cumplido el programa podemos concluir una reducción en la necesidad de tratamiento analgésico y en la asistencia a consultas -ya sea en urgencias o en consultas externas de primaria y especializada-, con disminución del número de crisis agudas lumbálgicas al año y de los días de baja laboral”.
Junto a estos parámetros clínicos, Bataller añade que también se observa una mayor adherencia al deporte y a los hábitos saludables, disminución del dolor y mejora en la calidad de vida    -objetivados con pruebas específicas-, una gran satisfacción del paciente con su participación en la escuela y mayor conocimiento del manejo de su patología.
Enfoque propioceptivo
“Nuestra EDE no tiene una base mecanicista donde el paciente repite una y otra vez una tabla de ejercicios. A través de un trabajo global del cuerpo con atención propioceptiva, intentamos provocar una desatención del dolor lumbar para conseguir que la región abdominolumbar se integre en un esquema de movimiento controlado eficaz y seguro”, dice María Pellicer, fisioterapeuta y profesora de la escuela. Los objetivos se logran con técnicas de autoestiramiento, trabajo abdominal excéntrico, la respiración como moduladora y activadora del acto motor y la relajación.
Pellicer subraya el triple enfoque de las clases: educativo, propioceptivo y autorresponsable. “Creemos que el abordaje exclusivo de la higiene postural es insuficiente si no se completa con conocimientos de ergonomía; por ello, tratamos ambos aspectos para que el paciente sepa adaptar su entorno laboral y doméstico”. Con la perspectiva propioceptiva, a través del movimiento y la respiración, se intenta cambiar o modular el patrón de dolor con un esquema propioceptivo diferente. “En definitiva, intentamos que la lectura del dolor que hace el paciente de su propio cuerpo cambie por una escucha corporal placentera y relajada”.
La fisioterapeuta recalca que al participante hay que otorgarle responsabilidad en su tratamiento físico: no van a recibirlo sino a hacerlo. Por ello en la EDE siempre se transmiten mensajes positivos y resolutivos, evitando los limitantes de tipo esto no se puede hacer. “No queremos aumentar la limitación física y el miedo del paciente a moverse. Lo mejor es transmitirle posibilidades de acción, y si no puede hacer un movimiento concreto, le enseñamos a hacerlo de otra manera”. Pellicer muestra en clase los tipos de sillas, las posturas menos perjudiciales para la zona lumbar o cómo levantarse del sofá de la forma más saludable, una serie de  hábitos que capacitan al alumno para modificar su entorno y adaptarlo a sus necesidades, no para seguir normas insalvables de higiene postural.
Las clases se imparten a un grupo máximo de siete personas en tandas de mañana y tarde, una fórmula que las docentes de la EDE valoran como terapia de grupo: “Comporta eficiencia en el sistema sanitario junto con el refuerzo conductual que supone compartir la experiencia con otras personas que padecen el mismo tipo de dolencia. “El dolor es siempre subjetivo”, dice Bataller, que cree importante aclarar que la EDE no tiene como objetivo disminuirlo, sino que surge como terapia para afrontar una situación crónica y mejorar la calidad de vida y la funcionalidad. De hecho, en las clases se evita hablar de dolor y se aplican eufemismos cargados de optimismo, otro de los ingredientes indispensables de las docentes de esta escuela.

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