miércoles, 13 de enero de 2016

Desarrollan pruebas simplificadas que diagnostican apnea del sueño con una precisión superior al 90%


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El Grupo de Ingeniería Biomédica de la UVA utiliza modelos matemáticos de reconocimiento de patrones que permiten extraer de forma automática información básica para el diagnóstico.
Investigadores del Grupo de Ingeniería Biomédica (GIB) de la Universidad de Valladolid (UVa) trabajan en el desarrollo de pruebas simplificadas del Síndrome de la Apnea-Hipopnea del Sueño (SAHS) a partir del análisis automático de diferentes tipos de señales fisiológicas, principalmente el nivel de saturación de oxígeno en sangre y el flujo aéreo. En sus últimos estudios, el equipo científico ha logrado una capacidad diagnóstica de más del 90 por ciento, lo que permitiría, en un futuro, realizar las pruebas para la detección de la apnea en el propio domicilio del paciente, reducir la complejidad en el diagnóstico y disminuir así el coste sanitario y las listas de espera que actualmente manejan las saturadas unidades del sueño de los hospitales españoles.
Como recuerda Gonzalo Gutiérrez, investigador del GIB que ha centrado su tesis doctoral en esta materia, el Síndrome de la Apnea-Hipopnea del Sueño es un trastorno respiratorio caracterizado por episodios repetitivos de cese completo (apnea) o reducción notable (hipopnea) de la respiración durante el sueño.
Su prevalencia oscila entre el 2 y el 5 por ciento de la población adulta y en algunos estudios se pone de manifiesto que un alto porcentaje de los enfermos (hasta el 90 por ciento de los casos en hombres y el 98 por ciento de los casos en mujeres) podría no estar diagnosticado. La apnea conlleva una serie de problemas a corto y medio plazo, como una reducción notable de la calidad de vida del paciente, que en algunos casos deriva en accidentes de tráfico y laborales debidos a una excesiva somnolencia diurna. E incluso, a largo plazo, puede dar lugar a complicaciones severas de tipo cardiovascular.
La obesidad es uno de los factores de riesgo más importantes asociados a esta enfermedad. La apnea se produce cuando las vías respiratorias superiores se obstruyen, lo que puede originarse con el aumento del tejido adiposo alrededor de la zona del cuello, debido al exceso de peso. En este sentido, advierte el investigador,“la actual epidemia de obesidad que existe en los países occidentales está dando lugar a una mayor incidencia del Síndrome de la Apnea-Hipopnea del Sueño, que es comparable ya a la de la diabetes, mientras que los servicios de salud no están preparados para atender a todas estas personas”.
En relación al diagnóstico, actualmente el método de referencia es la polisomnografía (PSG),que consiste en la monitorización del paciente en una unidad del sueño especializada bajo supervisión de personal cualificado. Durante esta prueba, se registran más de 30 variables fisiológicas que posteriormente son estudiadas por el médico especialista, quien finalmente realiza el diagnóstico y evalúa el grado de severidad de la enfermedad. Sin embargo, esta prueba conlleva diversos problemas: requiere la hospitalización del paciente durante una noche, con la consiguiente incomodidad para el mismo; supone unos elevados costes sanitarios en equipamiento y personal cualificado; obliga al especialista a analizar manualmente registros de unas ocho horas de duración, y colapsa las unidades del sueño, incapaces de hacer frente a un número creciente de afectados.
 “Por todo ello, nuestro objetivo es simplificar esa prueba. Desarrollamos métodos de ayuda al diagnóstico mediante la utilización de un número muy reducido de señales fisiológicas, en concreto, tratamos de utilizar una única señal. Esto es posible gracias al uso de modelos matemáticos de reconocimiento de patrones, que permiten extraer de forma automática información que no es perceptible a simple vista por un especialista”, detalla Gonzalo Gutiérrez.
Los investigadores de la UVa han trabajado principalmente con tres de las señales fisiológicas que se recogen habitualmente durante las polisomnografías: la pulsioximetría o saturación de oxígeno en sangre, que mide de forma no invasiva el oxígeno transportado por la hemoglobina; la señal de flujo aéreo, que representa la cantidad de aire inhalado y exhalado por el paciente, cuyo registro se realiza con dos tipos de sensores diferentes; y la variabilidad del ritmo cardiaco, que calcula el tiempo de los intervalos entre latido y latido.
Respecto a los resultados, “a nivel de rendimiento diagnóstico hemos obtenido muy buenos resultados tanto con la señal de pulsioximetría como con la señal de flujo aéreo, llegando en ambos casos a más del 90 por ciento de precisión diagnóstica. En el caso de la señal de variabilidad del ritmo cardiaco también hemos conseguido buenos resultados pero no tan altos, concretamente, un 86 por ciento de precisión diagnóstica”, explica.

Los investigadores de la UVa han diseñado además algunos protocolos de cribado previo de pacientes, lo que permitiría reducir la realización de polisomnografías en el hospital hasta en un 40 por ciento. 

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