Experiencias traumáticas y abuso de cannabis relacionados con la aparición de psicosis

Una investigación multicéntrica internacional, publicada en el Journal of Psychiatric Research, concluye que experiencias traumáticas o un consumo excesivo de sustancias como el cannabis, puede multiplicar por siete el riesgo de padecer psicosis, lo que pone de manifiesto la gran influencia de los factores externos.

Carmen Cáceres|Sevilla | 05/11/2015 13:12

Los catedráticos de psiquiatría de la Universidad de Granada, Manuel Gurpegui y Jorge Cervilla. (DM)

La Universidad de Granada ha realizado un estudio, publicado en el Journal of Psychiatric Research, que ha comparado a medio centenar de pacientes afectados de psicosis de comienzo reciente con las de un hermano sin psicosis, para averiguar en qué se distinguen quienes han desarrollado psicosis de quienes no lo han hecho.

Aunque se han publicado otros estudios sobre este asunto en muestras de población general, "este trabajo tiene la novedad de haberse realizado en una muestra clínica formada por hermanos con y sin psicosis, y pone de manifiesto la necesidad de que los clínicos indaguen sobre antecedentes de este tipo al evaluar a sus pacientes", explican los catedráticos de Psiquiatría de la Universidad de Granada, Manuel Gurpegui y Jorge Cervilla, coautores del trabajo.

Siguiendo una sofisticada metodología estadística, denominada regresión logística condicional -un método estadístico que integra un conjunto de factores de riesgo y su influencia grupal en la posibilidad de tener una enfermedad-, la comparación ha identificado algunas características que distinguen a los enfermos, que podrían considerarse como factores de riesgo de la enfermedad. "En particular, se quería comprobar el posible efecto de experiencias traumáticas (privación emocional y maltrato físico, psicológico y sexual) y del consumo de cannabis, así como de características temperamentales", expone Gurpegui.

El trabajo se ha desarrollado con pacientes de Granada y Jaén, atendidos en el Servicio Andaluz de Salud. De 145 pacientes inicialmente reclutados, se consiguieron 60 pares de hermanos, que dieron su consentimiento para participar en el estudio; finalmente el máximo rendimiento en la comparación se obtuvo de 49 pares de hermanos. Alguna experiencia traumática repetida había estado presente en el 43 por ciento de los pacientes y en el 15 por ciento de los hermanos, e intenso consumo de cannabis en el 39 por ciento y el 15 por ciento respectivamente.

Según los catedráticos, "sufrir experiencias traumáticas repetidas en la infancia o en la adolescencia, independiente de otras características, podría multiplicar por siete la posibilidad de padecer psicosis en la edad adulta. Igualmente, haber sido intenso consumidor de cannabis (cinco o más veces por semana) la multiplica por seis. Y por cada punto que se eleva un rasgo de personalidad llamado neuroticismo o inestabilidad emocional aumenta un 30 por ciento esa posibilidad".

Estas tres asociaciones son independientes entre sí y no dependen del sexo, de la edad ni de la extraversión (otro rasgo de la personalidad incluido en el conocido como cuestionario de personalidad de Eysenck, que los científicos emplearon para este estudio). Aunque está demostrado que la predisposición genética desempeña un papel en la aparición de psicosis, lo cual no fue objeto de este estudio, las experiencias traumáticas y el abuso de cannabis también lo tienen y son factores ambientales y, por tanto, prevenibles o modificables.

Ambos defienden que, desde la perspectiva de la salud pública, este conocimiento debe guiar en el desarrollo de estrategias para prevenir que ocurran estas circunstancias y, desde la perspectiva clínica, los profesionales que atienden a estos pacientes deben indagar sobre estas características. Actualmente, Jorge Cervilla dirige un estudio prospectivo en población general de Andalucía para identificar factores de riesgo comparando personas en riesgo de sufrir psicosis con un grupo control (estudio Pheno-psych, becado por el Fondo de Investigación Sanitaria).

En la investigación también han participado investigadores de la Fundación Jiménez Díaz, de Madrid, y la Universidad Autónoma de Madrid; la Universidad de Kansas (Estados Unidos); el Instituto de Psiquiatría de Londres (Reino Unido); la Universidad de Southampton (Reino Unido); la Universidad de Granada y el Instituto de Biomedicina de Sevilla (IBIS), así como el Hospital Universitario Virgen del Rocío/CSIC/Universidad de Sevilla