martes, 15 de septiembre de 2015

La electroacupuntura reduce los sofocos en las supervivientes del cáncer de mama

La electroacupuntura reduce los sofocos en las supervivientes del cáncer de mama



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Un estudio de la Universidad de Pennsylvania pone de manifiesto el impacto del efecto placebo con esta técnica milenaria.
Los tratamientos anti-estrogénicos del cáncer de mama frecuentemente causan sofocos en las pacientes que los reciben. Éstos son particularmente severos en las supervivientes, aún si sus niveles de estrógenos son bajos, y son casi intratables porque la mayoría de las terapias existentes se basan, precisamente, en estrógenos. Ahora, un estudio publicado en la revistaJournal of Clinical Oncology abre la posibilidad de prevenir estos desagradables episodios a través de la electroacupuntura (EA).
El estudio incluyó 120 pacientes que los sufrían varias veces al día, distribuidas en 4 grupos de tratamiento. En el tratado con EA la incidencia de sofocos fue inferior al del tratado congabapentina (900 mg / día), un fármaco que en estudios previos ha demostrado eficacia en la reducción de sofocos en pacientes de características similares. La EA durante 8 semanas fue igualmente superior a cualquiera de los correspondientes placebos de cada tratamiento, siendo la reducción un 25% mayor en comparación con la EA falsa. No obstante, la EA falsa fue la segunda terapia más eficaz, por delante de la gabapentina y de su placebo.
Las pacientes tratadas con EA, ya fuera verdadera o falsa, fueron las que experimentaron la menor tasa de efectos adversos. A las 16 semanas de la finalización de los tratamientos estas pacientes seguían beneficiándose de la reducción, la cual incluso aumentó levemente, un efecto también observable en el grupo tratado con el placebo de la gapabentina. En contraste, las tratadas con gabapentina reportaron un empeoramiento de los síntomas durante este período.


Aunque el modesto tamaño del estudio no permite sacar una conclusión definitiva sobre el valor de la EA en la prevención de sofocos, es suficiente para demostrar que una falsa acupuntura es mejor que un placebo en forma de píldora.

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