miércoles, 9 de septiembre de 2015

¿A quién le importa el Kala Azar? | Planeta Futuro | EL PAÍS

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¿A quién le importa el Kala Azar?

Una de las enfermedadades tropicales que afecta a los más pobres sigue siendo ignorada en cuanto a investigación y desarrollo de nuevos tratamientos





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Sonu Kumar se recuperó del Kala Azar y fue imagen de la Campaña de MSF India 'Who cares?'. / I. N. C.


Cuando Sonu nació hace ya ocho años, su madre, como casi todas las madres indias, le colocó un cordón de color negro alrededor de la muñeca; una especie de amuleto.
Además, le pintó un punto también negro en la sien. Quería protegerle del mal de ojo, de los malos espíritus. Lo que ella no sabía era que esos males vivían dentro de su propia casa, acechando entre las grietas de los ladrillos de adobe de sus paredes.
Es ahí donde vive la mosca de arena, una minúscula criatura, más pequeña incluso que un mosquito, que pica al atardecer y no hace ruido al volar. Es el vector de una enfermedad tropical conocida como Leishmaniasis visceral, que ataca al sistema inmunológico y que Sonu padeció cuando sólo tenía cinco años.
Sonu es un niño tímido, algo bajito y delgado para su edad. Cuando sonríe guiña los ojos y me mira de reojo. Su madre me explica que hoy no ha ido al colegio porque el Gobierno de la India, tras el terremoto de Nepal del 25 de abril, decidió suspender las clases durante dos días en el estado de Bihar, la región de la India más afectada por la catástrofe y que hace frontera al norte con el país más pobre de Asia.
Yo, que ya estaba aquí cuando ocurrió, puedo comprender perfectamente las razones por las que hayan tomado esa decisión, pues si bien el nivel de destrucción en toda esta zona no ha sido tan grande como el que sufrió Nepal, sí que puedo decir que se ha dejado sentir enormemente.
Sonu vive con sus padres y sus seis hermanos en el pueblo de Mallickpur, aldea que pertenece al distrito de Vaishali, y hace tres años se puso muy enfermo. Adelgazó mucho, perdió el apetito y estuvo casi cuatro meses con fiebre hasta que sus padres reunieron las 20.000 rupias (más de 250 euros) que les pedía un médico privado por atender a su hijo, y que al final no supo decirles lo que tenía el niño.
Una familia como la de Sonu puede ganar unas 9.000 rupias al mes (125 euros). El padre trabaja como obrero y recibe por cada día que trabaja entre 200 y 300 rupias. Si un día no trabaja no cobra.
“Algunas personas del pueblo me dijeron que Sonu podía tener Kala Azar, pero yo no sabía de qué hablaban”, me explica su madre, Sakuntala Devi.
Por eso, precisamente para detectar casos que no han sido diagnosticados y para concienciar sobre esta enfermedad a la población, un equipo de Médicos Sin Fronteras (MSF) se desplazó a la aldea de Mallickpur, en Raghopur. Se dedican a informar, educar y comunicar de pueblo en pueblo sobre el Kala Azar y en cada lugar en el que desembarcan llevan a cabo sesiones de sensibilización para los más pequeños y sus padres.
El Kala Azar es el nombre en hindi que se da a esta enfermedad, y quiere decir fiebre negra, nombrando así dos de los principales síntomas de este mal: una fiebre muy alta y el oscurecimiento de la piel de los que la padecen. Si no se trata, prácticamente, es mortal en el 100% de los casos.
“Llevé a Sonu al puesto de salud pública más cercano. Pensaba que ellos tampoco podrían ayudarme, pero allí un equipo de MSF que estaba dando apoyo en el tratamiento del Kala Azar me refirió al hospital de Sadar para que le realizaran el análisis de sangre, que confirmó que el niño padecía la enfermedad”, me dice agradecida su madre.
Pero lo extraño de su caso era que su bazo no se palpaba con facilidad. Y eso es raro. Cuando una persona tiene Kala Azar su bazo se inflama, lo que se conoce con el nombre de esplenomegalia. Se le realizaron más pruebas en el instituto de investigación RMRI(Rajendra Memorial Research Institute), donde los resultados volvieron a dar positivo, así que de allí regresaron al hospital de Sadar, donde Médicos Sin Fronteras ha desarrollado un área específica para atender a pacientes con esta enfermedad, y donde Sonu recibió tratamiento durante varios días.
Pasada una semana, Sonu comenzó a sentirse mejor. “Lo veía en sus ojos. Volvían a brillar. Sé que sin un diagnóstico y tratamiento adecuado es probable que mi hijo que no estuviera aquí. Tenerle aquí conmigo es mi mayor felicidad”, me dice su madre mientras le abraza.
Médicos Sin Fronteras trabaja desde 2007 en el estado de Bihar, en India, para conseguir la erradicación de la dolencia
Médicos Sin Fronteras fue la organización que introdujo en el país, en 2007, la Anfotericina (AmBisome en su nombre comercial) como tratamiento para el Kala Azar, porque es un medicamento muy seguro, con pocos efectos secundarios y que puede utilizarse en mujeres embarazadas. La dosis se ha ido regulando y adaptando a través de diversos estudios y pruebas hasta llegar al tratamiento actual que permite tratar a un paciente a través de una sola dosis de Anfotericina B Liposomal mediante infusión intravenosa durante un periodo de dos horas.
“Este tratamiento es un éxito, una revolución. Ahora la esperanza es real”, me cuenta el doctor Deepak Kumar, médico que trabaja desde hace casi seis años en el hospital de Sadar.
Médicos Sin Fronteras está apoyando al gobierno indio en la implementación de este nuevo protocolo de tratamiento en el marco de su Programa Nacional de Lucha contra las Enfermedades Vectoriales(NVBDCP, por sus siglas en inglés) en el que existe una partida especial destinada a la eliminación del Kala Azar, y desde septiembre de 2014, todos los estados afectados por esta enfermedad han ido adoptando este tratamiento en única dosis.
“Este tratamiento es gratuito y efectivo. Con sólo una dosis, un gran número de pacientes afectados por la enfermedad puede recibir el tratamiento completo, lo que supone un avance positivo hacia la eliminación del Kala Azar en la región,” me dice Nines Lima, especialista en medicina tropical de Médicos Sin Fronteras, que estos días está de visita en el proyecto.
Irene Núñez Cid es colaboradora de Médicos Sin Fronteras que visitó varios proyectos de la ONG en India en mayo de 2015. Este es el primer relato de una serie de tres sobre la enfermedad Kala Azar y el trabajo para combatirla en aquel país.
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