martes, 11 de agosto de 2015

OMS | Hepatitis B

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Hepatitis B

Nota descriptiva N°204
Julio de 2014

Datos y cifras

  • La hepatitis B es una infección vírica del hígado que puede dar lugar tanto a un cuadro agudo como a una enfermedad crónica.
  • El virus se transmite por contacto con la sangre u otros líquidos corporales de una persona infectada.
  • Más de 780 000 personas mueren cada año como consecuencia de la hepatitis B.
  • La hepatitis B representa un importante riesgo laboral para los profesionales sanitarios.
  • La hepatitis B es prevenible con la vacuna actualmente disponible, que es segura y eficaz.

La hepatitis B es una infección hepática potencialmente mortal causada por el virus de la hepatitis B (VHB). Constituye un importante problema de salud a nivel mundial y es el tipo más grave de hepatitis viral. Puede causar hepatopatía crónica y conlleva un alto riesgo de muerte por cirrosis y cáncer hepático.
Más de 240 millones de personas tienen (a largo plazo), infecciones crónicas del hígado .Más de 780 000 personas mueren cada año como consecuencia de la hepatitis B.
Hay una vacuna contra la hepatitis B desde 1982. La vacuna tiene una eficacia del 95% en la prevención de la infección por VHB y sus consecuencias crónicas, y fue la primera vacuna contra uno de los principales cánceres humanos.

Distribución geográfica

El virus de la hepatitis B puede provocar una enfermedad aguda cuyos síntomas, que pueden durar varias semanas, incluyen coloración amarillenta de la piel y la esclerótica ocular (ictericia), orina oscura, cansancio intenso, náuseas, vómitos y dolor abdominal. La máxima prevalencia de la hepatitis B se registra en el África subsahariana y Asia oriental. En esas regiones, la mayor parte de las infecciones con el virus de la hepatitis B se producen en la infancia, y entre el 5 y el 10% de la población adulta está infectada de forma crónica.
También hay tasas elevadas de infección crónica en la cuenca del Amazonas y en el sur de Europa oriental y central. Se calcula que entre un 2 y un 5% de la población del Oriente Medio y el subcontinente indio padece infección crónica. En Europa occidental y América del Norte la infección crónica afecta a menos del 1% de la población.

Transmisión

En las zonas con alta endemicidad el virus se transmite generalmente de la madre al niño en el parto, o por contacto interpersonal en la primera infancia.
La transmisión perinatal o en la primera infancia puede representar más de una tercera parte de las infecciones crónicas en zonas de baja endemicidad, aunque en esos entornos las principales vías de contagio son la transmisión sexual y el uso de agujas contaminadas, especialmente entre los consumidores de drogas por vía parental.
El virus de la hepatitis B puede sobrevivir fuera del organismo por lo menos siete días. En ese período todavía puede causar infección si penetra en el organismo de una persona no protegida por la vacuna.
El virus de la hepatitis B no se transmite por alimentos o agua contaminados, ni por contactos ocasionales en el lugar de trabajo.
El período medio de incubación de la hepatitis B es de 75 días, pero puede oscilar entre 30 y 180 días. El virus, que se puede detectar entre los 30 y los 60 días de la infección, persiste durante un período de tiempo variable.

Síntomas

La mayor parte de los afectados no presentan síntomas durante la fase de infección aguda. Sin embargo, algunas personas desarrollan un cuadro agudo con síntomas que duran varias semanas e incluyen coloración amarillenta de la piel y los ojos (ictericia), orina oscura, fatiga extrema, náusea, vómitos y dolor abdominal.
En algunos casos la hepatitis B puede causar también una infección hepática crónica, que ulteriormente puede dar lugar a cirrosis o cáncer del hígado.
Más del 90% de los adultos sanos infectados con el virus de la hepatitis B se recuperarán y se librarán del virus en un plazo de seis meses.

¿Quiénes corren riesgo de sufrir la enfermedad de forma crónica?

La probabilidad de que la infección por el virus de la hepatitis B se vuelva crónica depende de la edad a la que se produzca. Los niños infectados antes de cumplir los seis años son los más expuestos al riesgo de desarrollar infecciones crónicas:
  • entre un 80% a 90% de los lactantes infectados en el primer año de vida sufren infección crónica;
  • entre un 30% a 50% de los niños infectados entre el año y los cuatro años desarrollan infección crónica.
En los adultos:
  • menos del 5% de los adultos sanos infectados con el virus de la hepatitis B desarrollarán la infección crónica;
  • entre un 15 y un 25% de los adultos infectados crónicamente en la infancia mueren por cáncer o cirrosis del hígado relacionados con la hepatitis B.

Diagnóstico

Las manifestaciones clínicas no permiten diferenciar la hepatitis B de la hepatitis causada por otros agentes virales y, consiguientemente, es esencial la confirmación del diagnóstico en laboratorio.
Se dispone de algunas pruebas de sangre para diagnosticar la hepatitis B y hacer el seguimiento de las personas infectadas. Mediante esas pruebas se pueden distinguir las infecciones agudas y las crónicas.
El diagnóstico de laboratorio de la hepatitis B se centra en la detección del antígeno superficial del virus de la hepatitis B (HBsAg). La OMS recomienda que se analice la presencia de este marcador en todas las donaciones de sangre, a fin de evitar la transmisión del virus a los receptores.
  • La infección aguda se caracteriza por la presencia del HBsAg y de inmunoglobulina M (IgM) en el antígeno del núcleo HBcAg. En la fase inicial de la infección los pacientes también son seropositivos para el HBeAg.
  • La infección crónica se caracteriza por la persistencia (más de seis meses) del HBsAg (con o sin concurrencia de HBeAg). La persistencia de HBsAg es el principal marcador del riesgo de ulterior desarrollo de hepatopatía crónica y carcinoma hepatocelular.
  • La presencia del HBeAg indica que la sangre y los líquidos corporales de la persona infectada son muy contagiosos.

Tratamiento

No hay un tratamiento específico contra la hepatitis B aguda. Las medidas se centran en mantener el bienestar y el equilibrio nutricional, que incluye la reposición de los líquidos perdidos por los vómitos y la diarrea.
Personas con hepatitis B crónica que requieren tratamiento, pueden ser prescritos medicamentos antivirales, como tenofovir y entecavir, y también inyecciones de interferón. El tratamiento puede retardar la progresión de la cirrosis, reducir la incidencia del carcinoma hepatocelular y mejorar la supervivencia a largo plazo. El tratamiento, sin embargo, no es fácilmente accesible en muchos entornos con recursos limitados.
El cáncer hepático es casi siempre mortal, y suele aparece a edades en que los pacientes son muy productivos y tienen cargas familiares. En los países en desarrollo, la mayoría de los pacientes con cáncer hepático mueren a los pocos meses del diagnóstico. En los países de ingresos altos, la cirugía y la quimioterapia pueden prolongar la vida unos cuantos años.
Algunos pacientes con cirrosis reciben trasplantes hepáticos, con diverso éxito.

Prevención

La vacuna contra la hepatitis B es el principal pilar de la prevención de esa enfermedad. La OMS recomienda que se administre a todos los lactantes lo antes posible tras el nacimiento, preferentemente en las primeras 24 horas.
La dosis inicial deberá ir seguida de dos o tres dosis para completar la serie primaria. En la mayoría de los casos se considera apropiada cualquiera de las dos opciones siguientes:
  • tres dosis de la vacuna; la primera (monovalente) al nacer, y las dos subsiguientes (monovalentes o combinadas) al mismo tiempo que las dosis primera y tercera de la vacuna DTP; o
  • cuatrto dosis de la vacuna; la primera (monovalente) al nacer, y las tres subsiguientes (monovalentes o combinadas) al mismo tiempo que las dosis primera y tercera de la vacuna DTP; o
La serie completa de vacunas genera anticuerpos que alcanzan niveles de protección superiores al 95% en lactantes, niños y adultos jóvenes. La protección dura por lo menos 20 años, y posiblemente toda la vida.
Se debe vacunar a todos los niños y adolescentes de menos de 18 años que no hayan sido vacunados con anterioridad. Se debe vacunar también a las poblaciones de alto riesgo, en particular a:
En los países en que la endemicidad es baja o intermedia se debe vacunar a todos los niños y adolescentes menores de 18 años que no estén vacunados. En esos entornos es posible que más personas de los grupos de alto riesgo adquieran la infección, por lo que también se los debería vacunar. Esto incluye a:
  • pacientes que necesitan transfusiones frecuentes de sangre o productos sanguíneos, y receptores de trasplantes de órganos sólidos;
  • reclusos;
  • consumidores de drogas por vía parenteral;
  • parejas y contactos familiares de pacientes con infección crónica por el virus de la hepatitis B;
  • personas sexualmente promiscuas, así como el personal sanitario y otras personas que por su trabajo podrían estar expuestas al contacto con sangre y productos sanguíneos; y
  • personas que no hayan completado la serie de vacunación contra la hepatitis B y prevean viajar a zonas en las que la enfermedad es endémica.
La vacuna tiene un notable historial de seguridad y eficacia. Desde 1982 se han administrado más de mil millones de dosis en todo el mundo. En muchos países en los que entre un 8 y un 15% de los niños solían infectarse de forma crónica con el virus de la hepatitis B, la vacunación ha reducido esa tasa a menos del 1% entre los niños vacunados.
En 2012, 183 países estaban vacunando a los lactantes contra la hepatitis B como parte de sus calendarios de vacunación Y 79% de los niños recibían la vacuna. Eso supone un incremento importante en comparación con los 31 países de 1992, año en el que la Asamblea Mundial de la Salud aprobó una resolución en la que se recomendó la vacunación mundial contra la hepatitis B.
Por otra parte, la aplicación de estrategias sobre seguridad de los productos sanguíneos, y las pruebas de detección de calidad asegurada para toda la sangre y los componentes sanguíneos donados destinados a transfusión pueden prevenir la transmisión del virus de la hepatitis B.
Las prácticas para la seguridad de las inyecciones, a diferencia de las inyecciones innecesarias e inseguras, pueden proteger contra la transmisión del virus de la hepatitis B. Asimismo, las prácticas sexuales más seguras, por ejemplo, minimizar el número de parejas sexuales y utilizar medidas de protección (preservativos) protegen contra la transmisión.

Respuesta de la OMS

Con miras a prevenir y controlar la hepatitis viral, la OMS está trabajando en las siguientes esferas:
  • sensibilización, promoción de alianzas y movilización de recursos;
  • formulación de políticas basadas pruebas científicas y datos para la acción;
  • prevención de la transmisión; y
  • pruebas de detección, atención y tratamiento.
Además, el 28 de julio de cada año, la OMS conmemora el Día Mundial contra la Hepatitis, con el fin de acrecentar la sensibilización y el conocimiento de la hepatitis viral.

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