jueves, 27 de agosto de 2015

La huella cerebral mejorará la seguridad porque nadie puede robarla, experto - Investigación y Desarrollo

La huella cerebral mejorará la seguridad porque nadie puede robarla, experto - Investigación y Desarrollo





LA HUELLA CEREBRAL MEJORARÁ LA SEGURIDAD PORQUE NADIE PUEDE ROBARLA, EXPERTO

EL .


El investigador Blair Armstrong, del Basque Center for Cognition, Brain and Language (BCBL), trabaja en la ciencia básica que hará posible que los procesos neuronales, exclusivos de cada individuo, sirvan como una “tarjeta de identificación”. En menos de diez años un sistema basado en dicha huella cerebral podría ser comercializado para evitar, por ejemplo, los robos de identidad.
“Sitúese frente a la puerta”, sugiere una voz pregrabada de mujer. “Por favor, espere a que el ordenador escanee su cerebro”. Quizá sea ésta la manera de abrir la puerta de casa en un futuro no tan lejano, cuando la industria desarrolle una manera de identificar a cada persona a partir de su actividad neuronal. Esta posibilidad evitaría errores, robos de identidad y estaría a prueba de coacciones externas. 
Armstrong, especializado en las representaciones, los procesos y los mecanismos que subyacen a la comprensión de las palabras y a la llamada “memoria semántica”, estudia en concreto los patrones únicos de cada cerebro –vinculados al lenguaje- como vía de identificación personal.
De momento, él científico y su colaboradora, la profesora profesora Sarah Laszlo de la State University of New York (SUNY), han creado una tecnología que emplea la electroencefalografía para leer las características del cerebro de cada individuo.

Procesamiento cerebral del lenguaje
En general, en todos los individuos, las mismas partes del cerebro están implicadas en el lenguaje; y todos tenemos un conocimiento general del mundo que es similar. Sin embargo, esto no significa que no haya algunos aspectos únicos en la forma en que cada individuo procesa el lenguaje.
En nuestro estudio, nos hemos centramos en un aspecto del procesamiento del lenguaje que se sabe es único en cada individuo: el vocabulario que cada persona conoce. En un trabajo anterior, la profesora Sarah Laszlo había identificado un conjunto de palabras en su mayoría conocidas por la mayoría de la gente; aunque, de esta lista, ni dos personas conocían exactamente las mismas palabras.
En general, los voluntarios de nuestro estudio mostraron patrones similares en la actividad eléctrica que el cerebro genera cuando se lee una palabra que es conocida por la mayoría de la gente. Esto es realmente muy importante para la mayoría de los estudios psicológicos, porque normalmente en ellos se trata de sondear aspectos comunes del lenguaje, y hacer generalizaciones a partir de pequeños grupos de voluntarios.

Futuras aplicaciones
La seguridad es muy importante en nuestras vidas. Por ejemplo, nos gustaría asegurarnos de que si alguien nos roba el smartphone, esa persona no pueda acceder a los datos en él almacenados.  La huella cerebral es una solución posible en este sentido. Por varias razones.
Esta huella, a diferencia de la huella dactilar, no la vamos dejando por todas partes ni es fácil de copiar (¡en algunos casos extremos, estas copias se han hecho incluso después de robar un dedo!). Asimismo, la huella cerebral no es algo que alguien pueda “robarnos” sin que nos enteremos. 
Por otra parte, sabemos que la actividad eléctrica generada por el cerebro cambia si uno está muy estresado. Por eso, un trabajo futuro establecerá si el sistema puede ser "seguro", en el sentido de que si un individuo está siendo forzado a usar su huella cerebral, el sistema pueda detectar ese estado. Quizá la aplicación más inmediata en este sentido  se daría en lugares que requieran una alta seguridad, como los bancos, pero esta herramienta, en principio, podría ser utilizada en otras situaciones.
Hasta ahora, hemos trabajado usando equipo de laboratorio muy sensitivo, y en entornos experimentales altamente controlados. En trabajos futuros, necesitaremos ver cómo funciona el sistema en entornos del mundo real, y con equipos que puedan ser producidos a escala comercial rápidamente. Sin embargo, podría estar listo dentro de unos diez años.
Uno de los muchos usos posibles de este tipo de tecnología sería ayudarnos a entender cómo y cuándo el cerebro almacena el conocimiento de una nueva palabra. Esto podría resultar muy útil para el desarrollo de planes educativos individuales, el aprendizaje de nuevas palabras por parte de los niños o la enseñanza de una segunda lengua, directamente sobre la base de la evaluación de la actividad eléctrica que el cerebro genera al procesar cada palabra.
Fuente: Tendencias 21 / Yaiza Martínez

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