domingo, 30 de agosto de 2015

Afantasía, o cómo es una vida sin imágenes mentales - Investigación y Desarrollo

Afantasía, o cómo es una vida sin imágenes mentales - Investigación y Desarrollo







AFANTASÍA, O CÓMO ES UNA VIDA SIN IMÁGENES MENTALES

EL .


Cierra los ojos e imagina que caminas por la arena y visualiza el horizonte a medida de que el sol sale.
¿Con cuánta claridad puedes hacerte esta imagen?
La mayoría de las personas puede evocar con facilidad imágenes de este tipo.
Pero este año, un grupo de científicos ha descubierto una condición llamada afantasía (aphantasia, en inglés, como fue acuñada por primera vez), la cual hace que las personas que la desarrollan no puedan visualizar imágenes mentales.
Es lo que le ocurre a Niel Kenmuir, de Lancaster, quien siempre ha tenido una mente ciega.
Desde que era un niño sabía que era diferente. “Cuando no podía dormir, mi padrastro me decía que contara ovejitas. Me explicó de que se trataba ese ejercicio para conciliar el sueño, intenté, pero nunca pude lograrlo”, cuenta.
“No pude ver ninguna oveja saltando por vallas de madera, no había nada que pudiera contar”.
Nuestros recuerdos están usualmente atados a imágenes. Por ejemplo piensa en tu boda o en tu primer día en la escuela.
Pero en el caso de Niel, la situación es diferente. Algunos aspectos de su memoria son “terribles”, pero es muy bueno a la hora de recordar hechos.
Y, como otras personas con afantasía, le cuesta reconocer rostros.
Aun así, no percibe la afantasía como una incapacidad. Sólo una manera diferente de experimentar la vida.
Mente ciega
Irónicamente, Niel trabaja en una librería.
Admite que prefiere enfocarse en las estanterías donde están los libros que no son de ficción.
Su condición hace que la ciencia se pregunte ¿qué pasa por su mente carente de imágenes?
Le pregunté qué sucede cuando intenta pensar en su prometida.
“Describir es la parte más difícil. ¿Qué pasa en mi cabeza cuando pienso en personas y cosas?”
“Cuando pienso en mi prometida, no hay una imagen, pero estoy definitivamente pensando en ella. Sé que hoy anda con el cabello recogido, que tiene el pelo castaño”.
“Pero no estoy describiendo una imagen que estoy viendo. Más bien estoy recordando sus características, eso es lo más raro y quizás esa es la fuente del pesar que a veces siento”.
La respuesta de sus amigos es muy enfática: “Eres raro”.
Pero mientras que a Niel no le causa angustia su incapacidad para visualizar cosas, a otras personas sí les provoca sufrimiento.
Una persona que participó en un estudio de afantasía dijo que había empezado a sentirse “aislada” y “sola” tras descubrir que otras personas sí podían crear imágenes en sus cabezas.
No poder recordar a su madre años después de su muerte la llevó a sentirse “extremadamente angustiada”.
Supervisualizadores
En el otro extremo del espectro está la dibujante de libros infantiles Lauren Beard, cuyo trabajo en las series “Fairytale Hairdresser” (“Peluquería de cuento de hadas”) es popular entre niños angloparlantes de seis años.
Su carrera depende de las vívidas imágenes que aparecen en su mente cuando lee los textos que escribe el autor de los libros que ilustra.
“Pienso que tengo una imaginación fuerte. Puedo crear el mundo y seguir añadiéndole cosas”, asegura Beard.
Cuando la conocí en su estudio en Manchester, estaba trabajando en una escena dramática del libro.
El texto describe a un bebé que trepa peligrosamente por un candelabro.
“Puede visualizar inmediatamente este gran candelabro de cristal en una especie de salón de baile francés y al bebé balanceándose. También veo una cortinas pesadas y gruesas”, señaló.
“No puedo realmente concebir lo que es no ser capaz de imaginar. Creo que es un poco lamentable”.
No muchas personas tienen imágenes mentales tan vibrantes como las que Lauren evoca o carecen de ellas, como le sucede a Niel. Son dos polos de la visualización.
Adam Zeman, profesor de neurología cognitiva y conductual, quiere comparar las vidas y experiencias de persona con afantasía y la condición opuesta: hiperfantasía.
Su equipo, basado en la Universidad de Exeter, en Inglaterra, acuñó el término afantasía este año en un estudio publicado en la revista especializada Cortex.
“Las personas que nos han contactado dicen que están felices por el hecho de que esta condición haya sido reconocida y que se le haya dado un nombre porque por años han estado intentando explicarle a los demás que esta rareza existe y que es difícil para ellos explicarla”, Zeman le dijo a la BBC.
La forma en que imaginamos es claramente muy subjetiva: una escena vívida para una persona podría ser una imagen muy vaga para otra.
Para el profesor Zeman la afantasía es real y podría estar afectando a una de cada 50 personas.
El experto, quien aclara que la condición no es un desorden, asegura que después de sufrir una lesión cerebral, muchas personas reportan haber perdido la habilidad de pensar en imágenes.
“Creo que hace una diferencia importante en sus vidas (reconocer esta condición) porque muchos de nosotros nos pasamos toda la vida con imágenes flotando por nuestra mente que podemos inspeccionar de vez en cuando. Esta es una variabilidad de la experiencia humana”.

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