jueves, 23 de julio de 2015

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El nuevo libro del Dr. Luis Chiozza | 20 JUL 15
¿Para qué y para quién vivimos?
Un nuevo libro que reflexiona acerca del sentido de la existencia y de los modos humanos de construirlo en la actualidad. Una invitación a la reflexión acerca de nuestras propias vidas.
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Fuente: IntraMed 
"Vivimos inmersos en prejuicios, en pensamientos prepensados que se conservan y se repiten porque satisfacen tendencias emocionales que muy pocas veces se asumen de manera consciente"
El Dr. Luis Chiozza es autor de una larga serie de libros que abordan los temas fundamentales de la existencia humana desde la perspectiva del psicoanálisis. Escrita en un lenguaje llano y orientado al lector no especialista, esta nueva obra propone momentos de intensa reflexión personal. El lector verá pasar momentos determinantes de sus propia historia y se verá reflejado en las circunstancias que describe. ¿Qué da sentido a nuestras vidas? ¿Quiénes le dan sentido? Un texto que no puede ser leído con indiferencia, leerlo despertará sus emociones más íntimas.

Reseña:

Suele decirse que, cuando se tiene un “porqué” para vivir, se soporta casi cualquier “cómo”. ¿En qué consiste, de dónde surge, cómo se alcanza ese “porqué” que otorga a nuestra vida la confluencia de emoción e intención que denominamos “sentido”? No sólo se trata de que “el cuerpo pide” lo que le reclama el alma, ya que el alma se alimenta de la trascendencia que surge de nuestra pertenencia a la comunidad espiritual de una existencia colectiva. Así, más allá de lo que en un momento dado registre la consciencia, cuerpo, alma y espíritu participan siempre, de manera saludable o enferma, en la forma en que se configura nuestra vida. En nuestra relación con nuestros seres significativos y con nuestras obras, se constituye “la moral” y el interés de ser con otros (inter-essere) que nos mantiene vivos y nos aleja de la desmoralización que empobrece nuestro ánimo.

Vivir nuestra vida es compartirla. Realizarla de manera plena es sentirla en el contacto y dedicarla a los propósitos que contribuyen a configurarla bien. Sólo en la confluencia de ambos avatares, los de nuestras nostalgias y los de nuestros anhelos, podemos asumir nuestra vida en su sentido auténtico. Sólo así es posible “desplegar” su destino en la plenitud de su forma. Es imprescindible, sin embargo, “ampliar” el presente con esmero y mesura. El único pasado que vale es el que está vivo en el presente, porque no ha terminado de ocurrir; y el único futuro que vale es el que, igualmente vivo y actual, ha comenzado ya.

¿Para qué y para quién vivimos?
Editorial Libros del Zorzal
ISBN: 9789875993000
Páginas: 192



Fragmentos del epílogo

¿Qué sentido tiene?

Empezamos y terminamos este libro con una conocida frase que sentencia: “El que tiene un ‘porqué’ para vivir soporta casi cualquier ‘cómo’”, y lo dedicamos a tratar de comprender en qué consiste ese “porqué” que le otorga sentido a nuestra vida. Lo que llamamos “sentido” tiene dos significados igualmente fuertes. Por un lado, es lo que siento, y por el otro, la meta hacia la que me encamino. De modo que esa confluencia de emoción e intención, que llamamos sentido, es lo que motiva la vida, el motor del movimiento a partir del cual le atribuimos las cualidades de sensible, intencionada y automóvil que la caracterizan.

Mi vida, dice Ortega, consiste siempre, inevitablemente, en la relación de lo que denomino yo con aquello que me rodea y que constituye mi circunstancia. Podemos agregar que vivimos siempre en un lugar que denominamos “aquí” y en un momento que denominamos “ahora”, que lleva implícito un antes y un después que le sirven de marco y le otorgan el significado que surge de una serie de eventos que se dirigen a un fin. “Antes” y “después” son tiempos que funcionan separados de “ahora” por una distancia variable. Hay proyectos que requieren años y otros que se sustancian en minutos. Reparemos en que numerosos autores nos advierten acerca de la necesidad de ampliar el presente actual con una prudencia que nos proteja de las nostalgias y los anhelos desmedidos que arruinan lo que la vida oportunamente nos ofrece.

Pero no sólo el tiempo que es presente actual se estira y se encoje siguiendo los avatares condicionados por la cualidad de nuestros distintos momentos. También nos sucede que nuestro yo “se contrae” cuando le prestamos atención, hasta el punto de que aquello que contemplo de mí mismo deja en ese acto de ser yo para comportarse como un “ello” con el cual tengo que lidiar. Así sucede aunque se trate, por ejemplo, de mis manos o de mi inteligencia.

Sabemos que la consciencia es el órgano destinado a percibir la diferencia entre lo que se busca y lo que se encuentra, a sentir la que existe entre la carencia y la satisfacción alcanzada, y a valorar la que surge de comparar mis propósitos con mis logros. La consciencia se ocupa, pues, únicamente, de aquello que nos “hace falta” todavía. Cuando ya nada “hace falta” el sentido y la consciencia “se apagan” y la vida fenece.

Los tres mundos humanos

Nuestro cuerpo ocupa un lugar en el espacio y posee un tipo de existencia que la ciencia física estudia, pero además está vivo y, luego del camino recorrido por la biología, podemos decir que un cuerpo vivo es un cuerpo sensible animado por una intención, lo cual, en otras palabras, significa que posee una existencia psíquica. Agreguemos que también pensamos que se trata de un cuerpo impregnado (animado) por un alma que “se da cuenta” de lo que siente y de lo que intenta, y eso lleva implícito que posee alguna forma de consciencia.
Señalemos, además, que vivimos integrados de manera indisoluble con nuestros semejantes –y también con otras formas de la vida– hasta el punto en que podemos decir que somos parte de un organismo ecosistémico cuyos designios ignoramos, y que nuestra posibilidad de subsistir “fuera” de ese organismo es, en cierto modo, similar a la que posee un riñón que ha sido separado de nuestro cuerpo.

Nuestro psiquismo se incluye de ese modo en una especie de alma colectiva que lo trasciende, y pensamos que el significado fundamental de la palabra “espíritu” corresponde, precisamente, a un conjunto comunitario de almas que puede ser tan amplio como un ecosistema planetario, o restringirse a la “moral” (alta o baja) de un modesto equipo deportivo.

Los seres humanos identificamos, pues, tres “tipos” de mundo. Uno perceptivo, constituido por objetos físicos que habitan el espacio. Otro sensitivo, constituido por sensaciones subjetivas que otorgan su cualidad a los distintos momentos del tiempo. Un tercero, por fin, normativo, constituido por lemas “orientadores” que proporcionan un valor a los distintos modos de la acción. El mundo físico se relaciona predominantemente con nuestro poder; el anímico, con nuestro querer, y el espiritual, con nuestro deber. Vivimos, como seres humanos, entre representaciones de presencias (que generan imágenes), reactualizaciones de efectos y afectos actuales (que generan sentimientos), y reformulaciones de normas y procedimientos vigentes (que generan maneras).

Todo lo que en la vida nos produce sufrimiento, todo lo que necesitamos resolver, incluyendo en eso, obviamente, cualquier enfermedad, podrá ser contemplado, entonces, y más allá de lo que en nuestra consciencia predomine, como una alteración del cuerpo, del alma o del espíritu. Si la cuestión ya no pasa por lo que las cosas “son” –porque, tal como lo señala repetidamente Ortega, lo que soy y el ser de las cosas se constituyen de manera recíproca– es necesario aceptar que lo que veo depende del lugar desde donde lo miro. Recorriendo ese camino comprendemos, de pronto, la importancia que hoy adquiere, más allá de nuestra ilusoria autosuficiencia “individual”, el cobrar consciencia de la profunda influencia que ejerce en nuestra vida la enfermedad que aqueja al entorno espiritual que habitamos.


Datos biográficos Dr. Luis Chiozza

Nació en Buenos Aires en 1930 y se graduó como médico en 1955. Fue Miembro Titular en función didáctica en la Asociación Psicoanalítica Argentina y Titular de la cátedra de Psicofisiología de la Universidad del Salvador de Buenos Aires. Fue Miembro fundador del Centro de Investigación en Psicoanálisis y Medicina Psicosomática.

Es Director del Centro Weizsaecker de Consulta Medica y del Instituto de Docencia e Investigación de la Fundación Luis Chiozza. Presidente Honorario del Istituto di Ricerca Psicosomatica-Psicoanalitica Arminda Aberastury de Perugia, Italia.

Miembro del Comité Asesor del International Journal of Neuropsychoanalysis (Karnac, London-New York) y del Analytic Psychotherapy and Psychopatology, publicado por la Clínica Psiquiátrica de la Universidad de Roma.

Miembro del Comité Promotor de Seminarios, en el Istituto di Psicologia, Facolta Medica, Università degli Studi di Milano, y Miembro del Comité Consultor Internacional de la Rivista della Società Italiana di Antropologia Medica.

En 1996 le fue otorgado el Premio Konex en Psicoanálisis

En 2004 la Comuna de Génova le otorgó el "Grifo D’ Argento".

En 2009 la Universidad Nacional de Río Cuarto le otorgó al Dr Luis Chiozza el título de “Doctor Honoris Causa” en reconocimiento por sus desarrollos científicos y sus cualidades personales. 

También en 2009 fue nombrado “Visitante Distinguido de la ciudad de Río Cuarto” por el Concejo Deliberante de Río Cuarto. 

Ha publicado numerosos libros sobre los significados inconcientes de los trastornos orgánicos y sobre la técnica psicoanalítica en Argentina, España, Italia, Brasil y EE.UU.

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