lunes, 11 de mayo de 2015

Un mapa que adivina la evolución del virus gripal - DiarioMedico.com

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PAISAJES DE ANTICUERPOS

Un mapa que adivina la evolución del virus gripal

El talón de Aquiles del patógeno es que le cuesta mucho transformarse. Un sistema de cartografía antigénica propiciará vacunas más certeras.
María Sánchez-Monge. Madrid | Maria.Sanchez@diariomedico.com   |  11/05/2015 00:00
 
 
Derek Smith
Derek Smith, director de un centro colaborador de la OMS de la Universidad de Cambridge. (Luis Camacho)
Un buen detective adivina el siguiente movimiento del asesino. El virus de la gripe también puede someterse a métodos detectivescos. Es cierto que muta, pero no tanto como para zafarse de todo esfuerzo por combatirlo. Por eso, las vacunas actuales, basadas en el presente (las cepas que están circulando en cada temporada), resultan eficaces. Una forma de aumentar la protección que confieren es adelantarse al futuro y predecir la evolución del virus.
Esa es la estrategia que persigue Derek Smith, director del Centro Colaborador de la OMS para el Estudio de la Evolución y el Control de las Enfermedades Infecciosas Emergentes, de la Universidad de Cambridge (Reino Unido). Su equipo ha desarrollado dos sistemas para lograr este objetivo: el análisis de las variaciones antigénicas del virus y el estudio de la inmunidad mediada por anticuerpos frente a esos patógenos cambiantes.
  • No entendemos la razón, pero al virus le resulta muy difícil el cambio antigénico. Generalmente, la modificación se limita a la sustitución de un único aminoácido"
La primera de ellas es la denominada cartografía antigénica, que se realiza con los datos obtenidos de los aproximadamente 20.000 virus que cada año se aíslan en todo el mundo para diseñar la vacuna de la gripe. "Los laboratorios de cada país nos permiten utilizar esa información, que nos sirve para elaborar mapas antigénicos con métodos matemáticos y técnicas informáticas", explica el investigador. Este análisis se circunscribe a la proteína hemaglutinina del virus porque es la parte a la que se dirigen la mayoría de los mecanismos inmunes.
Smith ha pronunciado la conferencia inaugural de un simposio sobre transmisión de microorganismos organizado por la Fundación Ramón Areces y la Fundación General CSIC, que se ha celebrado en Madrid.
Lo más interesante que se infiere de estos mapas que revelan la evolución antigénica durante las últimas décadas es que, "a pesar de ser un virus extremadamente competente, no puede variar tan eficazmente como creíamos. Es una suerte que sea así", apunta el experto. "No entendemos la razón -añade-. Lo único que podemos intuir es que al virus le resulta muy difícil el cambio antigénico". Esa variación se produce, generalmente, cada uno o dos años, pero a veces transcurren tres, cuatro y, con menor frecuencia, hasta siete años".
  • El desarrollo de los denominados 'paisajes de anticuerpos' permitirá desarrollar vacunas eficaces frente a los virus futuros, pero también contra los que ya están circulando"
Ventaja estratégica
Los cambios suceden en una zona estratégica de la hemaglutinina: el sitio de unión al receptor. Este hecho explicaría, al menos en parte, por qué al virus le resulta tan complicado mutar: si la modificación es muy grande, puede comprometer su capacidad de seguir uniéndose al ácido siálico de las células epiteliales de sus hospedadores humanos. De hecho, se ha observado que, normalmente, "cuando cambia se registra sólo la sustitución de un único aminoácido, de forma que podemos trabajar con un conjunto de sustituciones de un único aminoácido" para diseñar la vacuna, según Smith. Así se podría "predecir su evolución hasta un punto que antes era impensable".
Es un camino que acaba de iniciarse y que puede complementarse con los datos que se extraen de los denominados paisajes de anticuerpos (antibody landscapes), que constituyen "una forma de medir con detalle cuánta inmunidad tienen los individuos frente al virus, lo que puede proporcionarnos información valiosa sobre las presiones selectivas que están haciendo que el virus cambie".
Los resultados preliminares -que deberán ser corroborados con la puesta en marcha de ensayos clínicos- muestran que este método permitirá adelantarse a la evolución del virus y lograr que la vacuna "proteja frente a los virus futuros, al tiempo que resulta eficaz también frente a los antiguos".

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