lunes, 4 de mayo de 2015

Alcohol: el peor tóxico que atraviesa la placenta - DiarioMedico.com

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SALUD EN EL EMBARAZO

Alcohol: el peor tóxico que atraviesa la placenta

La exposición a etanol puede causar problemas en el desarrollo cognitivo del feto que son irreversibles. El 43 por ciento de las gestantes consume alcohol, dice un estudio del Hospital del Mar, determinado en meconio.
Karla Islas Pieck. Barcelona | karla.islas@diariomedico.com   |  04/05/2015 00:00
 
 

Óscar García y Constanza Morén
Óscar García, del Hospital del Mar, y Constanza Morén, del Idibaps-Hospital Clínico de Barcelona y el Ciberer. (Jaume Cosialls)
La evidencia científica disponible hasta el momento es clara, algunos tóxicos a los que se expone la madre durante el embarazo pueden burlar la barrera placentaria y llegar al feto en un momento crucial para su desarrollo, ocasionándole daños irreversibles que no siempre son evidentes, pero que pueden causar alteraciones cognitivas y conductuales que pueden aparecer muchos años más tarde.
Los expertos en este campo de la investigación, tanto básica como clínica, coinciden en que el alcohol, gracias a su capacidad de dilución tanto en lípidos como en proteínas, es una de las sustancias más teratogénicas y, paradójicamente, es también una de las más consumidas por las embarazadas ya que la percepción del riesgo, tanto por parte de la sociedad en general como de los profesionales sanitarios en particular, es muy baja.
No es extraño que médicos de familia, comadronas e incluso algunos ginecólogos "den permiso" a sus pacientes de tomar "una cervecita o una copita de vino de vez en cuando" durante la gestación. Además, tampoco faltan los comentarios por parte de otras madres que explican que "yo tomaba alcohol embarazada y mis hijos están perfectamente", lo que contribuye a consolidar la falsa creencia social de que "no pasa nada".
  • Incluso una exposición baja o moderada del feto al alcohol durante la gestación puede alterar de forma persistente diversos neurotransmisores y neuromoduladores
Pero la ausencia de manifestaciones clínicas visibles cuando nace el bebé no significa que no puedan existir alteraciones moleculares que le puedan causar problemas en el desarrollo o incluso predisponer a la aparición de enfermedades en la edad adulta, ha explicado a Diario Médico Constanza Moren, del grupo de Investigación Muscular y Función Mitocondrial del Instituto de Investigaciones Biomédicas August Pi i Sunyer (Idibaps) y el Hospital Clínico de Barcelona y colaboradora del Centro de Investigación Biomédica en Red de Enfermedades Raras (Ciberer).
Este grupo ha publicado recientemente en la revista International Journal of Environmental Research and Public Health una revisión de más de un centenar de estudios realizados en los últimos 10 años sobre el efecto de los tóxicos que atraviesan la placenta. En concreto, han analizado las alteraciones mitocondriales asociadas a la exposición transplacentaria a determinados virus, fármacos como los antibióticos, antirretrovirales y antipsicóticos, gases como el monóxido de carbono y otras sustancias químicas como los pesticidas y herbicidas, así como drogas de abuso, alcohol y tabaco.
Las mitocondrias son las responsables de suministrar gran parte de la energía necesaria para la actividad celular y desempeñan un rol clave en el metabolismo y la respiración celular. Estos orgánulos celulares son un buen modelo para estudiar la toxicidad transplacentaria, ya que son muy susceptibles a los efectos de estas sustancias nocivas.
El grupo de Morén detectó hace algunos años que los hijos de mujeres seropositivas que habían tomado antirretrovirales durante el embarazo, y que habían nacido libres de la infección, presentaban alteraciones especulares a las de sus madres en las mitocondrias, lo que puso de manifiesto la toxicidad a la que estaban expuestos, "vimos que la barrera placentaria no frenaba la toxicidad de algunos fármacos", por lo que decidieron estudiar lo que pasaba con otras sustancias.
La revisión también confirma que el consumo de tabaco se asocia con bajo peso al nacer, además de que el daño mitocondrial entre la madre y el bebé es similar. En el caso de los pesticidas y herbicidas, también existe evidencia de que pueden cruzar la placenta y afectar al desarrollo fetal, pero concluye que son necesarios más trabajos en esta línea para indagar los alcances de este tipo de toxicidad.
Un estudio dirigido por Oscar García, del Grupo de Investigación en Infancia y Entorno (GRIE) del Instituto Hospital del Mar de Investigaciones Médicas analizó el pelo de las madres y el meconio de los bebés y concluyó que el 43 por ciento de las embarazadas consumen alcohol durante la gestación, con una media equivalente a dos unidades de consumo por día.
Se sabe que los bebés expuestos a esta sustancia pueden desarrollar trastornos del espectro alcohólico fetal. Además, los estudios en modelos animales y en líneas celulares han evidenciado que incluso una exposición baja o moderada a al alcohol durante la gestación puede alterar de forma persistente diversos neurotransmisores y neuromoduladores en el feto y le puede ocasionar alteraciones cognitivas y conductuales, como retraso en el desarrollo, hiperactividad, agresividad, trastornos del lenguaje o predisposición al abuso del alcohol y otras drogas en la edad adulta.
A su juicio, ante estas evidencias se deberían adoptar medidas preventivas decididas. "Las embarazadas deberían estar tachadas en las botellas de las bebidas alcohólicas".
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Un estudio, con apoyo del programa RecerCaixa, pretende entender mejor esta realidad y asesorar a las familias y profesionales sanitarios para intentar atenuar algunas de las secuelas de la exposición prenatal al alcohol. Se trata de un estudio prospectivo de una cohorte de 150 niños de entre 0 y 14 años nacidos en Rusia y Ucrania. La metodología que se utilizará se basa en una exploración física estandarizada para evaluar las alteraciones corporales ligadas a TEAF, la valoración neuropsicológica y la determinación de un biomarcador de daño por exposición al alcohol: la concentración sérica del factor IGF-II.

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