lunes, 16 de marzo de 2015

Sesgo de género en la consulta, reflejo de una cultura androcentrista


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LA SOLUCIÓN ES FORMARSE

Sesgo de género en la consulta, reflejo de una cultura androcentrista

También perjudicaría al hombre en patologías que se presumen femeninas, como la osteoporosis.
María R. Lagoa | dmredaccion@diariomedico.com   |  16/03/2015 00:00
 
 
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La atención sanitaria no está exenta del reflejo de una sociedad androcentrista. Aunque es preciso avanzar en la investigación, los estudios realizados hasta ahora y las conclusiones de los expertos consultados por DM evidencian la existencia de un sesgo de género que, en la mayoría de los casos, va en detrimento de las mujeres con retrasos en el diagnóstico y un menor esfuerzo terapéutico. También puede perjudicar al hombre en enfermedades que se presumen femeninas, como la osteoporosis.
  • Algunos estudios evidencian retrasos en el diagnóstico y un menor esfuerzo terapéutico en las mujeres; todavía es necesario profundizar en esta investigación
En palabras de Rosendo Bugarín, vocal del Colegio de Médicos de La Coruña, se trata de un problema sutil y global. Está grabado en el subconsciente del médico, sea hombre o mujer, que no puede aislarse de una sociedad masculinizada: "Es imposible que el médico se abstraiga de los esquemas culturales", comenta Benjamín Abarca, presidente de la Sociedad Española de Medicina General y de Familia (SEMG), quien, no obstante, reconoce ese sesgo cuando las enfermedades tienen más prevalencia en uno u otro sexo, pero no tanto cuando son similares.
Sin embargo, la coordinadora de Investigación del Centro de Estudios de la Mujer de la Universidad de Alicante y catedrática de Medicina Preventiva y Salud Pública, María Teresa Ruiz Cantero, una de las expertas españolas que más ha publicado sobre el impacto del sesgo de género, estima que esa desviación tiene una doble vía: "Nos hacen iguales a hombres y mujeres cuando no lo somos en cuanto al curso de algunas enfermedades, y nos hacen distintos cuando tampoco lo somos, como ocurre con los problemas mentales".
Ana Rosa Jurado, del Grupo de Trabajo de la Mujer de la Sociedad Española de Medicina de Atención Primaria (Semergen), coincide en que existe "una especie de imaginario colectivo que lleva al profesional a pensar en determinadas enfermedades como más típicas de hombres o de mujeres", aunque se intenta que no se produzca.
Sutil, global... y árido
Admite que es un tema árido del que habitualmente no se habla, porque se mueve en el terreno de los posibles errores médicos y, como razones, apunta a que la investigación de algunas enfermedades se ha hecho casi exclusivamente con hombres y, sobre todo, a que no existe concienciación del problema.
  • Las soluciones incluyen formación, modificación de protocolos e investigación para cambiar la actitud y tender hacia una sociedad igualitaria
Ruiz Cantero estudió el sesgo de género en el esfuerzo terapéutico (2004) y recopiló datos que confirman que es menor en las mujeres, por ejemplo los del informe Iberica, que indica una mayor demora de las mujeres entre el inicio de los síntomas y la monitorización en infarto (120 minutos en hombres frente a 153 en mujeres) o las cifras de un estudio de la Comunidad de Madrid sobre tuberculosis, que refiere una demora media de 25 días en hombres y de 42 en mujeres.
El estudio encargado por el Observatorio de Salud de las Mujeres a la Sociedad Española de Cardiología (SEC) en 2012 concluye que hay "importantes diferencias según el sexo" en el conjunto de las patologías con respecto a las características clínicas y etiológicas, el perfil de factores de riesgo cardiovascular, la realización de pruebas diagnósticas, las medidas terapéuticas y el pronóstico. 
Y también que, en general, y sobre todo en el síndrome coronario agudo y en la insuficiencia cardiaca, "las mujeres se ven desfavorecidas en relación a los varones en la adopción de medidas diagnósticas y terapéuticas recomendadas". El presidente de la SEC, José Ramón González Juanatey, asegura que la tendencia se está corrigiendo tanto en atención especializada como en atención primaria y que en los últimos años se ha igualado el esfuerzo terapéutico.
Una solución: formarse
En cualquier caso, los expertos consultados aseguran que las soluciones pasan por la formación en la Universidad, por modificar los protocolos asistenciales, determinando las posibles diferencias de la evolución de los cuadros clínicos por sexos, y la realización de más ensayos clínicos con mujeres. Pero es esencial un cambio de actitud y una mayor sensibilización ante este problema, aunque la meta es difícil si no se logra una sociedad más equilibrada. "Los efectos en la salud no van a cambiar mientras la sociedad no cambie", reflexiona Rosendo Bugarín.
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