jueves, 12 de febrero de 2015

La toxina botulínica aporta mejoras funcionales y estéticas en patología facial

Mejora la cicatrización y tiene pocas contraindicaciones
La toxina botulínica aporta mejoras funcionales y estéticas en patología facial
                                                                                                                                
·           Cada vez más cirujanos orales y maxilofaciales infiltran toxina botulínica para tratar patologías como bruxismo o hipertrofia de maseteros


Madrid, 12 de febrero de 2015. La toxina botulínica aporta mejoras funcionales y estéticas en patologías faciales como el bruxismo, la hipertrofia de los músculos maseteros o la luxación recidivante de la Articulación Temporomandibular (ATM), según un análisis de la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (SECOM). “Cada vez más cirujanos orales y maxilofaciales la utilizan gracias a que tiene pocas contraindicaciones, permite evitar cicatrices y reduce en gran medida el dolor muscular facial”, comenta la doctora Dolores Martínez Pérez, jefe del Servicio de Cirugía Oral y Maxilofacial de la Fundación Jiménez Díaz.


La toxina botulínica se utiliza en cirugía oral y maxilofacial para tratar patologías relacionadas con los músculos mandibulares e hiperfunción muscular. Es el caso del dolor miofascial asociado al bruxismo, que se caracteriza por apretamiento de los dientes, daño y abrasión dental, y dolor en las regiones maseterinas, sobre todo de predominancia matutina. “Aquellos pacientes que tengan una alta intensidad de dolor o no hayan respondido a los tratamientos a base de fármacos o férulas de descarga, son candidatos a las infiltraciones de toxina botulínica, explica la doctora Martínez Pérez. Los autores de una investigación reciente publicada en The Journal of Craniomandibular Practicepudieron concluir cómo la toxina botulínica puede ser utilizada como un tratamiento eficaz para la reducción del bruxismo nocturno y del dolor miofascial en pacientes con bruxismo.


También es aplicada para el tratamiento de la hipertrofia de los maseteros, unos músculos que se encuentran en la parte lateral de la cara y se extienden entre el arco cigomático y la mandíbula. “Son músculos cuyo efecto supone el cierre mandibular, y participan en la masticación”, señala el doctor Javier González Lagunas, presidente de la SECOM. La hipertrofia de los mismos se caracteriza por un aumento de la anchura del tercio inferior de la cara así como del volumen de los ángulos mandibulares. “El efecto es sobre todo estético ya que algunos pacientes pueden desarrollar un aumento de volumen severo, que puede afectar a uno o ambos lados de la cara, dando aspecto de asimetría o cara cuadrada”, apunta. Se ha demostrado que tres infiltraciones de toxina botulínica repartidas a lo largo de un año,“consiguen una reducción significativa del volumen así como estilizar y suavizar el rostro, al reducir la asimetría”, añade. Un estudio alemán reciente publicado en la revista Plastic and Reconstructive Surgery concluyó como la toxina botulínica tuvo efectos clínicos beneficiosos en la reducción significativa del volumen del masetero y así como unamejora en el contorno de la cara.


La eficacia de la toxina botulínica también ha sido demostrada en el tratamiento de las luxaciones recidivantes de la ATM, “ya que disminuye el riesgo de que el cóndilo se vuelva a luxar”, destaca la doctora Martínez Pérez. Además, se utiliza también para casos de distonías focales, trastornos de tipo neurológico relacionados con movimientos mandibulares involuntarios de apertura.


Otras utilidades
Existen pacientes que, tras una cirugía de la glándula parótida, sufren un efecto secundario conocido como Síndrome de Frey, que se caracteriza por la llamada sudoración gustativa. “Cuando comen notan la aparición de sudoración en la piel de la región más próxima a la oreja y que es la que cubre la zona correspondiente a la glándula ausente”, afirma el doctor González Lagunas.  Lo que ocurre es que se produce “una redirección de las fibras parasimpáticas, que al no encontrar una glándula salival a quien estimular durante la ingesta, se dirigen  a las glándulas sudoríparas de la piel, provocando así la aparición de enrojecimiento y sudoración en la zona intervenido al comer”, detalla. La toxina botulínica, destaca este especialista,  ha demostrado “mejores resultados y una morbilidad muy inferior en el tratamiento de esta patología que otras técnicas quirúrgicas”, añade. De hecho en un estudio publicado en la Revista Española de Cirugía Oral y Maxilofacial ya se demostró la eficacia y seguridad de este procedimiento en el manejo del síndrome de Frey.


La aplicación de la toxina botulínica sobre los músculos “produce una parálisis flácida debido a que bloquea la inervación muscular”, indica el presidente de la SECOM. El efecto dura entre tres y cuatro meses y hay casos en los que se necesitarán repetir las infiltraciones. Lo importante, destaca este especialista, “es saber en qué parte del músculo se debe infiltrar para lo que se requiere de un cirujano oral y maxilofacial ya que, por su experiencia y amplios conocimientos, es quien mejor conoce los músculos masticatorios y la anatomía de la cara”.

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