viernes, 13 de febrero de 2015

¿Es el retorno del sarampión la 'nueva realidad'?: MedlinePlus

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¿Es el retorno del sarampión la 'nueva realidad'?

Los pediatras y los padres se esfuerzan por mantener a los niños seguros en medio de las preocupaciones sobre la vacuna
Traducido del inglés: miércoles, 11 de febrero, 2015
Imagen de noticias HealthDay
MARTES, 10 de febrero de 2015 (HealthDay News) -- ¿De verdad ha vuelto el sarampión?
Esa es la pregunta que tiene a todos molestos, desde los pediatras y los legisladores hasta los padres, a medida que el brote de la peligrosa enfermedad de la niñez, que se declaró eliminada de Estados Unidos hace 15 años, sigue propagándose.
Ahora hay 121 casos en 17 estados y en el Distrito de Columbia, reportaron el lunes las autoridades federales de salud. A ese ritmo, el total de infecciones de 2015 dejaría cifras no vistas en más de una década.
Los casos iniciales que surgieron primero en dos parques temáticos de Disney en el sur de California en diciembre probablemente fueron transmitidos por un visitante extranjero, o por un residente de EE. UU. que regresó del extranjero. Pero la enfermedad sigue propagándose, sobre todo en comunidades con grupos de padres que han elegido no vacunar a sus hijos por motivos religiosos o personales.
"Se propaga como el fuego", señaló la Dra. Carol Baker, directora ejecutiva del Centro de Concienciación e Investigación sobre las Vacunas del Hospital Pediátrico de Texas, en Houston. "El sarampión es una enfermedad realmente terrible. Se tiene fiebre durante una semana, los ojos duelen tanto que hay que permanecer en una habitación oscura, y ni siquiera se puede salir a jugar porque uno está muy enfermo, aunque tenga un sarampión sin complicaciones".
Baker dijo que está preocupada en particular porque la nueva cepa de sarampión es más infecciosa que muchas cepas del pasado. Con una cepa típica de sarampión, una persona transmite la enfermedad a entre 12 y 18 personas más, pero con esta, una sola persona infectada puede infectar a casi 30 personas, advirtió.
"A los funcionarios del departamento de salud de California realmente les preocupa 'la nueva realidad' con esta cepa, y sus grupos de individuos sin vacunar", comentó Baker. "Es un problema que no deberíamos tener, pero lo tenemos".
Muchos padres están respondiendo al brote asegurándose de que sus hijos estén protegidos con la vacuna SPR (sarampión, paperas y rubeola).
"Aquí en Los Ángeles, hemos tenido un aumento inmenso en la cantidad de padres que llevan a sus hijos a ponerse la SPR, tanto para actualizarse como para obtener una segunda dosis antes", señaló la Dra. Cigal Shaham, pediatra de Roxbury Pediatrics y médica a cargo del Centro Médico Cedars-Sinai, en Los Ángeles. Shaham dijo que su centro también está recibiendo al menos 20 llamadas telefónicas adicionales al día de padres que preguntan sobre el sarampión y la vacuna.
Baker dijo que el Hospital Pediátrico de Texas también ha recibido muchas llamadas de padres que desean asegurarse de que sus hijos están al día con las vacunas. La mayoría quieren que sus hijos reciban una segunda dosis de la vacuna SPR, lo que lleva la efectividad de la vacuna contra el sarampión del 95 al 99 por ciento. Pero los adultos también están decidiendo recibir un refuerzo si piensan viajar al extranjero, comentó.
Todos los estados menos dos permiten exenciones de las vacunas por motivos religiosos
Gran parte de la conversación nacional sobre el brote de sarampión se ha enfocado en los padres que se han negado a vacunar a sus hijos contra la enfermedad porque tienen preocupaciones sobre la seguridad de la vacuna. No hay ninguna garantía de que ésta o ninguna otra vacuna sea un 100 por ciento segura, plantean esos padres.
Los críticos de esas decisiones afirman que los niños sin vacunar son una amenaza para los niños con sistemas inmunitarios debilitados y para los bebés demasiado pequeños como para recibir la vacuna.
Maggie y Eli Jacks son hermanos que fueron expuestos al sarampión en una clínica de salud de Arizona durante una extracción de sangre de rutina para Maggie, que se está sometiendo a un tratamiento contra la leucemia linfoblástica aguda.
Eli tiene 10 meses de edad y es demasiado joven para recibir la vacuna SPR. Y Maggie, aunque está vacunada del todo, no puede recibir vacunas vivas, como la SPR, y tampoco puede combatir las infecciones ya que su sistema inmunitario está debilitado durante el tratamiento contra el cáncer. Ambos tuvieron que recibir inyecciones múltiples de globulina inmune contra la rubeola, o anticuerpos del sarampión, con la esperanza de que eso sea suficiente como para prevenir la infección.
"Cualquier fiebre amerita una visita a emergencias y una posible admisión, y cualquier enfermedad es potencialmente muy grave. Por eso, tenemos mucho cuidado", dijo el padre de Maggie, el Dr. Tim Jacks, pediatra en Gilbert Pediatrics, en Mesa, Arizona.
"Los padres deben darse cuenta de que sus acciones afectan a todos los que les rodean", enfatizó. "En mi experiencia, la mayoría de los padres no toman en cuenta a los que son demasiado jóvenes o que tienen una salud demasiado frágil cuando toman decisiones sobre las vacunas. El problema es de responsabilidad personal y también social".
Jacks comentó que, como pediatra, ha escuchado y respondido a casi todos los motivos imaginables para no vacunar. "Casi todas las excusas se remiten al miedo, la ignorancia y la mala información", señaló.
Los proveedores de atención médica plantean que el problema es encontrar formas para contrarrestar el miedo y la información imprecisa sobre las vacunas.
"Es muy difícil para mí darme cuenta de que muchos padres no confían en mí ni en mis consejos, y eso es muy distinto a cómo se consideraba la medicina cuando yo era un niño", comentó Baker. "La gran mayoría de personas vacunarán a sus hijos. Pero están los que se niegan a vacunar, alrededor del 2 por ciento, que tienen una ideología de que las vacunas son malas, y no van a cambiar de opinión".
Dijo que las preocupaciones de los padres sobre las vacunas en realidad se reducen a la seguridad. Pero una vez los profesionales de la atención sanitaria responden a sus preguntas y abordan esas preocupaciones, el padre promedio vacuna a su hijo, añadió.
Las preocupaciones de seguridad incluyen desde inquietudes sobre el autismo, resultado de un estudio fraudulento de un ex médico británico que se ha desacreditado en numerosas ocasiones, hasta inquietudes sobre los ingredientes de las vacunas. O que demasiadas vacunas a principios de la vida del niño "abrumarán" a su sistema. Una vez se les informa que los sistemas inmunitarios de los bebés ya combaten y vencen a muchas más bacterias y virus que los ingredientes de las vacunas, y que los ingredientes de las vacunas no son nocivos, la mayoría de padres deciden vacunar a sus hijos, aseguró Baker.
Pero muchos padres buscan exenciones que permiten a sus hijos ir a la escuela pública sin las vacunas obligatorias. Todos los estados menos dos permiten las exenciones religiosas, y 20 estados permiten exenciones filosóficas o por creencias personales.
Para una madre escéptica, la 'medicina universal' no es la respuesta
En cuanto a si se deben permitir esas exenciones, al parecer depende de la edad de la persona a la que se pregunte. Una encuesta reciente de Pew encontró que el 37 por ciento de los adultos menores de 50 años dicen que los padres deben poder decidir no vacunar a sus hijos, en comparación con el 22 por ciento de los que tienen a partir de 50 años.
En general, la encuesta encontró que el 68 por ciento de los adultos creen que la vacuna contra el sarampión debe ser obligatoria, una posición que respaldan el 86 por ciento de los científicos.
"Soy un gran defensora de la libertad de decidir. Pero cuando se trata del contrato social, debemos tener en consideración la salud pública y ser responsables de los que nos rodean, que quizá no respondan a la vacuna debido a una afección médica subyacente", planteó Baker.
Tara Norman, del condado de Montgomery en Maryland, comenzó a vacunar a sus dos hijos según la programación recomendada por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) de EE. UU. Pero dejó de hacerlo cuando comenzó a investigar sus inquietudes sobre la salud de su familia. También dijo que encuentra que la programación es "abrumadora".
"Creo que el único motivo por el que seguí es que no soy una persona egoísta, y me hicieron sentir que sería egoísta si no continuaba", dijo Norman, explicando el motivo de haber vacunado a sus hijos inicialmente. "Creo que simplemente quería complacer a mi pediatra y que no pensara que estaba loca".
Norman contó que tuvo convulsiones cuando era una niña más o menos en la época en que recibió la vacuna antigua contra la pertussis (tos ferina). Y uno de sus dos hijos tiene tics, similares al síndrome de Tourette, que comentó que comenzaron después de que recibió las vacunas.
"¿Puedo probar al 100 por ciento que sucedió por las vacunas? No, no puedo", dijo Norman. "Pero con la medicina universal, van a haber personas que sufran reacciones malas. Comprendo que hay niños demasiado pequeños para vacunarse, o con supresión inmunitaria, pero es tan probable que porten una enfermedad como otro niño. No creo que todos esos niños sin vacunar sean súper infecciosos, y comprendo que si hay un brote, tengo que dejar a mis hijos en casa".
Según los CDC, las reacciones más comunes a la vacuna SPR son la fiebre y un sarpullido leve. Más o menos 1 de cada 3,000 niños podría experimentar una convulsión provocada por la fiebre, pero se ha mostrado que esas convulsiones no causan daño a largo plazo, señaló la agencia.
Las complicaciones comunes del sarampión pueden incluir infecciones de oído y diarrea. Las complicaciones graves pueden incluir neumonía (más o menos uno de cada 20 niños) y encefalitis, o inflamación del cerebro (alrededor de uno de cada mil niños). Por cada mil niños que contraen sarampión, uno o dos morirán de la enfermedad, según los CDC.
Algunos pediatras se muestran renuentes a atender a niños no vacunados
Algunos pediatras incluso han decidido no atender a niños cuyos padres eligen saltarse las vacunas.
"En 2013, cuando la pertussis [tos ferina] pasó por el área donde practico, decidí dejar de atender a las familias que deciden no vacunar cuando un niño mayor sin vacunar llegó a mi sala de espera tosiendo tanto que se puso azul y vomitó", dijo el Dr. Christopher Hickie, pediatra de Cottonwoods Pediatrics en Tucson, Arizona.
"Por suerte la sala de espera no estaba abarrotada y no había bebés. Pero el episodio me ayudó a darme cuenta de que es mucho más probable que haya propagación de enfermedades prevenibles mediante vacunas en mi sala de espera si hay familias que deciden no vacunar en mi consultorio", comentó Hickie.
Oficialmente, una declaración de política de la Academia Americana de Pediatría (American Academy of Pediatrics) insta a los pediatras a no "expulsar a los pacientes de sus consultorios simplemente porque un padre se niega a vacunar al niño". Pero llevar esa política a la práctica es difícil, dicen los médicos que atienden a niños.
"Es un problema al que se enfrentan muchos pediatras activos", dijo el Dr. Roy Benaroch, pediatra de Pediatric Physicians en Alpharetta, Georgia. "Sabemos que si nos negamos a atender a niños no vacunados, o a niños que siguen una programación 'espaciada' o 'alternativa', privaremos a esos niños aun más de una buena atención médica".
Al mismo tiempo, dijo Benaroch, los pediatras deben equilibrar la opción de algunos padres de no vacunar a sus hijos contra la salud de los pacientes más vulnerables.
"Todos atendemos a muchos niños con necesidades especiales: bebés demasiado pequeños para vacunarse y niños con problemas de salud que no les permiten vacunarse. Tenemos a mujeres embarazadas y a bebés prematuros en nuestras salas de espera", comentó Benaroch. "Debemos hacer todo lo posible por garantizar la seguridad de todas nuestras familias, y sabemos que los niños sin vacunar en la sala de espera conllevan más exposiciones potenciales".
El sarampión también puede tener un costo financiero para el público, afirman los expertos.
"Los costos del sarampión para los demás son bastante altos", afirmó un economista de la salud, Adam Powell, presidente de Payer+Provider Syndicate Healthcare Consulting. Dijo que los estimados del costo público de un solo caso de sarampión superan los 10,300 dólares, y que colocar a un bebé demasiado pequeño para ser vacunado en cuarentena durante tres semanas cuesta un estimado de 775 dólares por niño.
"El número de contactos que una persona con sarampión tiene puede variar mucho", dijo Powell. "En los brotes de sarampión en Estados Unidos en 2011, los contactos promedio por caso variaron de 3 a 1,714. Se ha mostrado que cada contacto cuesta al gobierno local y al estatal entre 100 y 546 dólares".
Algún factor del brote actual de sarampión podría estar alterando la conciencia pública, sugirió el Dr. Paul Offit, director del Centro de Educación sobre las Vacunas y profesor de pediatría de la división de enfermedades infecciosas del Hospital Pediátrico de Filadelfia.
"Este brote de Disney es el punto de inflexión. Es distinto", dijo Offit. "El año pasado tuvimos más de 600 casos, entonces, ¿por qué está el brote de Disney llevando a esta respuesta más contundente? Creo que la respuesta es el lugar en que sucedió. Se trata de Disneyland, la tierra de la fantasía, y el contraste con esto es esta enfermedad potencialmente letal".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Carol Baker, M.D., executive director, the Center for Vaccine Awareness and Research at Texas Children's Hospital, Houston; Cigal Shaham, M.D., M.Sc., F.A.A.P., pediatrician, Roxbury Pediatrics, and attending physician, Cedars-Sinai Medical Center in Los Angeles; Tim Jacks, D.O., F.A.A.P., pediatrician at Gilbert Pediatrics in Mesa, Ariz.; Christopher Hickie, M.D., Ph.D., pediatrician, Cottonwood Pediatrics, Tucson, Ariz.; Roy Benaroch, M.D., F.A.A.P., pediatrician at Pediatric Physicians PC, Alpharetta, Ga.; Adam Powell, Ph.D., M.A., health economist, president of Payer+Provider; Paul Offit, M.D., director of the Vaccine Education Center and a professor of pediatrics in the division of infectious diseases, The Children's Hospital of Philadelphia; Tara Norman, Montgomery County, Maryland; U.S. Centers for Disease Control and Prevention
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