miércoles, 25 de junio de 2014

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La temperatura ambiental puede influir en los niveles corporales de grasa marrón



25/06/2014 - E.P.

Los ambientes cálidos facilitan su pérdida

Un nuevo estudio presentado en ICE/ENDO 2014, la reunión de la Sociedad Internacional de Endocrinología y la Sociedad Endocrinóloga de Chicago, demuestra que la temperatura ambiente puede afectar al aumento o la pérdida de la grasa marrón en las personas. Según las conclusiones, publicadas en la edición digital de 'Diabetes', ambientes frescos estimulan su crecimiento, mientras los entornos cálidos promueven su pérdida.
La grasa parda, conocida también como el tejido adiposo marrón, es un tipo especial de grasa que quema energía para generar calor, de forma que mantiene calientes a los animales pequeños y los bebés, además de que los animales con abundante grasa parda están protegidos contra la diabetes y la obesidad. No obstante, está poco claro cómo se regula la grasa marrón en las personas y cómo se relaciona con el metabolismo.
El endocrinólogo Paul Lee, del Instituto de Investigación Médica de Garvan, en Sydney, Australia, emprendió recientemente el estudio 'Impacto de la Exposición Crónica al Frío en Humanos' (ICEMAN) en los Institutos Nacionales de Salud (NIH), en Washington. Los resultados muestran claramente la "plasticidad" de la grasa marrón en los seres humanos.
Estudios anteriores de Lee han demostrado que personas con abundante grasa parda almacenada tienden a estar delgadas y poseer niveles bajos de azúcar en la sangre. Sus estudios en el laboratorio también han revelado que las células de grasa blanca en humanos pueden transformarse en células de grasa marrones.
Para el estudio ICEMAN, cinco hombres sanos reclutados fueron expuestos a periodos de cuatro meses a determinadas temperaturas, dentro de los rangos que hay en edificios climatizados, en el Centro Clínico de los NIH. Estos voluntarios vivían sus vidas de forma normal durante el día y volvían al centro cada noche, permaneciendo durante al menos diez horas en una habitación con una temperatura regulada.
Durante el primer mes, las habitaciones de los NIH se mantuvieron a 24 º C, una temperatura termo-neutral en la que el cuerpo no tiene que trabajar para producir o perder calor. Entonces, se cambió la temperatura a 19 º C durante el segundo mes y se volvió a elevar a 24 º para el tercer mes y hasta los 27 º C en el cuarto mes.
Al final de cada mes, se realizó una evaluación metabólica térmica detallada a los participantes en una habitación con calorímetro, unas mediciones que representan la 'línea de base'. Las exploraciones de PET/CT para medir la grasa marrón y biopsias musculares y adiposas revelaron cambios en el tejido metabólico.
Independiente de la temporada durante la que se llevó a cabo el estudio, la grasa marrón aumentó durante el mes frío y disminuyó durante el mes caliente. Entre los beneficios metabólicos del incremento de grasa marrón, hubo una sensibilidad extrema a la insulina, lo que sugiere que las personas con más grasa marrón requieren menos insulina tras una comida para reducir sus niveles de azúcar en la sangre.
"La gran incógnita de este estudio es si realmente podríamos manipular la grasa marrón para que aumente o disminuya de tamaño en un ser humano --señala el doctor Lee--. Lo que encontramos fue que los meses de frío elevaron la grasa marrón en torno a entre un 30 y un 40 por ciento. Durante el segundo mes termo-neutral a 24 grados, la grasa marrón cayó, volviendo a la línea de base, mientras que cuando elevamos la temperatura hasta los 27 grados en el cuarto mes, el volumen de la grasa marrón se desplomó por debajo de la línea de base".
Lee ve la grasa marrón prometedora para las personas con diabetes, cuyos cuerpos tienen que trabajar duro para reducir los niveles de azúcar tras una comida. "La mejora en la sensibilidad a la insulina que acompaña a la ganancia de grasa marrón abre nuevas vías para el tratamiento del metabolismo de la glucosa en el futuro. Por otro lado, la reducción por la escasa exposición al frío debido al uso generalizado de calefacción central en la sociedad contemporánea puede alterar el funcionamiento de la grasa marrón y ser un colaborador oculto de la obesidad y los trastornos metabólicos", afirma Lee.
"Además de la dieta poco saludable y la inactividad física, es tentador especular que este sutil cambio en la exposición a la temperatura podría ser un factor que contribuye al aumento de la obesidad", concluye el principal autor de esta investigación.

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