lunes, 19 de mayo de 2014

Terapias celulares y moleculares abren la segunda revolución contra la hipoacusia - DiarioMedico.com

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PRoGRESOS EN LA PÉRDIDA AUDITIVA

Terapias celulares y moleculares abren la segunda revolución contra la hipoacusia

Los modelos animales ofrecen esperanzas en la regeneración de células ciliadas y neuronas.
María Sánchez-Monge. Madrid | Maria.Sanchez@diariomedico.com   |  19/05/2014 00:00

Los implantes cocleares pueden considerarse la primera revolución en la restauración de la pérdida auditiva. Suplen la pérdida de células ciliadas al estimular directamente las neuronas auditivas (del ganglio espiral) y se apoyan en la tonotopía del órgano auditivo, que permite mejorar la audición estimulando sólo ciertas neuronas que se encargan de diferentes rangos de frecuencias de sonido.
Muchos pacientes no pueden beneficiarse de estos dispositivos, como aquellos con un déficit importante de neuronas auditivas, y se precisan nuevas opciones. Sin embargo, tal y como recuerdan los autores de una revisión publicada en Science, "el éxito del implante coclear ha sido notable y ha elevado el listón para aquellos científicos centrados en la restauración de la audición mediante intervenciones biológicas. Cualquier terapia alternativa tendrá que superar el éxito de los implantes, reducir los riesgos o proporcionar una recuperación de la audición a un menor coste".
Tres estrategias
La investigación se centra, fundamentalmente, en tres tipos de terapias: génica, molecular y celular. El gran desafío sigue siendo la curación de la hipoacusia neurosensorial, causada por problemas que afectan a la conversión de las señales sonoras en eléctricas o a la transmisión de esas señales al cerebro. El objetivo es ir más allá de los dispositivos electrónicos (audífonos e implantes).
Las estrategias con células madre "están ofreciendo resultados bastante alentadores", según Teresa Rivera, jefe del Servicio de Otorrinolaringología del Hospital Universitario Príncipe de Asturias, en Alcalá de Henares (Madrid). "En animales se ha conseguido reparar las células dañadas. Una de las dificultades es conseguir que las células madre sobrevivan", apunta.
La directora del grupo de Neurobiología de la Audición del Instituto de Investigaciones Biomédicas Alberto Sols (CSIC-UAM), en Madrid, también augura buenas perspectivas: "Se está viendo que las células madre mesenquimales son capaces de migrar al tejido de destino cuando hay un daño e inmunomodularlo".
El aislamiento del oído, que hasta ahora había sido un inconveniente, "empieza a verse como una ventaja porque permite aplicar tratamientos de forma muy local, con menos riesgo de consecuencias sistémicas que en otros órganos".
Las terapias celulares pretenden suplir el déficit de células ciliadas y neuronas auditivas y las fuentes son diversas: células madre auditivas fetales, embrionarias o de pluripotencialidad inducida (iPS).
Los protocolos de diferenciación in vitro han permitido ir perfeccionando la generación de células del tipo de las ciliadas. Hace un año, un grupo dirigido por Eri Hashino, de la Universidad de Indiana (Estados Unidos), logró transformar células madre embrionarias de ratón en estructuras clave del oído interno. Para ello, según consta en el estudio que se publicó en Nature, emplearon un método de cultivo en tres dimensiones y simularon el proceso de desarrollo siguiendo una secuencia temporal muy precisa y valiéndose de diversas moléculas pequeñas que indujeron a las células madre a diferenciarse y generar un epitelio sensorial que contenía células ciliadas con propiedades estructurales y funcionales muy similares a las de las células nativas.
En la parte neuronal también ha habido notables progresos. Se ha conseguido derivar progenitores neurales a partir de células madre cocleares, del ventrículo lateral y de células madre embrionarias humanas.
El trasplante de progenitores neurales óticos ha dado muy buenos resultados puntuales en animales pero, según puntualizan Jeffrey Holt y sus colaboradores, de la Facultad de Medicina de Harvard, en la revisión difundida en Science, "la recuperación funcional todavía no ha sido replicada" por otros grupos.
Rivera considera que uno de los mayores avances en este campo es el logrado por el grupo de Marcelo Rivolta, de la Universidad de Sheffield (Reino Unido), que se publicó en Nature en 2012. Se trata de un protocolo con células madre embrionarias humanas que permitió generar dos tipos de progenitores óticos capaces de diferenciarse in vitro en células similares a las ciliadas y en neuronas auditivas con sus correspondientes propiedades electrofisiológicas. Cuando trasplantaron estas células en un modelo de neuropatía auditiva, los neuroprogenitores se implantaron correctamente, se diferenciaron y mejoraron significativamente la respuesta auditiva evocada.
La terapia génica también es objeto de un esfuerzo considerable, pero los resultados no terminan de convencer. La introducción de genes mediante virus ha logrado transdiferenciar células de sostén en células ciliadas. Pero la victoria ha sido parcial. "La prueba de concepto se ha obtenido, pero todavía estamos lejos de conseguir la aplicación práctica porque en los modelos experimentales ha funcionado a muy corto plazo. Después se genera una reacción inflamatoria que hace que el remedio resulte peor que la enfermedad", subraya Varela-Nieto.
Moléculas pequeñas
La terapia molecular podría ofrecer soluciones en un plazo más corto. Su fin no es sólo la reparación de la hipoacusia, sino también la prevención.
En este terreno, el equipo de Varela-Nieto colabora con una empresa francesa, Affichem, en la evaluación de unas nuevas moléculas pequeñas denominadas dendrogeninas. "Se piensa que pueden tener potencial otoprotector", señala. "Nuestro papel es hacer los experimentos in vivo (en roedores)", añade. En principio, las dendrogeninas actuarían sobre las neuronas auditivas, propiciando el establecimiento de más conexiones, y también influirían en la supervivencia celular. Incluso podrían controlar la actividad de la estría vascular.
El equipo de Varela-Nieto también investiga desde hace años el potencial terapéutico de IGF-1, que ha mostrado tener un papel clave en la audición. El problema son sus efectos secundarios; de ahí que los esfuerzos se centren ahora en identificar moléculas que ejerzan una función similar pero de manera mucho más focalizada.

Un problema creciente con insuficiente apoyo social

"Todo el mundo se queda sordo con la edad porque nacemos con un número determinado de células ciliadas, que en los mamíferos no se remplazan". Así lo certifica Isabel Varela-Nieto, para quien el manejo adecuado de la hipoacusia requiere, además de un impulso a la investigación, una mayor consideración desde el punto de vista social.
Entre los 65 y los 85 años se estima que el problema afecta a aproximadamente el 60 por ciento de la población, porcentaje que se aproxima al 100 por cien en las personas mayores de 80-90 años.
Teresa Rivera expone que la presbiacusia empieza a hacerse patente a partir de los 40 años. Además del envejecimiento, influyen factores como la exposición al ruido y la ingesta de ciertos fármacos, entre los que destacan los quimioterápicos, que producen ototoxicidad. "Tenemos que hacer hincapié en que existen formas de prevenir la hipoacusia", concluye.

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