jueves, 24 de abril de 2014

La palabra y su significado encienden la misma luz cerebral | Sociedad | EL PAÍS

La palabra y su significado encienden la misma luz cerebral | Sociedad | EL PAÍS



La palabra y su significado encienden la misma luz cerebral

Las regiones del córtex motor se activan al oír un verbo como si fueran a ejecutar la acción





Físcios analizan una imagen escaneada de un cerebro. / CORBIS


Filósofos y biólogos coinciden en que el gran talento que nos distingue del resto del mundo animal es la facultad del lenguaje, pero eso no ayuda a responder la pregunta del millón: ¿cómo la adquirimos? Los neurocientíficos aportan hoy una pista fundamental: cuando una persona oye verbos y nombres asociados a una parte del cuerpo, como patear o lanzar, las regiones motoras del córtex que normalmente dirigen el movimiento de esas partes se activan de inmediato y sin que medie razonamiento alguno. Ahí dentro del cráneo, las palabras y sus significados parecen ser casi lo mismo.
Desde que sir William Jones descubriera la familia de las lenguas indoeuropeas —formulando así la primera teoría evolutiva un siglo antes que Darwin— la lingüística ha ocupado un lugar preeminente en el pensamiento evolucionista, y esta tendencia no ha hecho más que arreciar en nuestro tiempo. No es extraño que una de las cuestiones esenciales de la biología actual sea precisamente entender cómo evolucionó la facultad del lenguaje, tal vez el atributo humano por excelencia. Y los biólogos saben muy bien que la evolución nunca inventa nada desde cero: es una oportunista, como dijo el premio Nobel François Jacob.
En un estudio de resonancia magnética funcional con 21 voluntarios, Yury Shtyrov y sus colegas del Centro de Neurociencia Integrativa de la Universidad de Aarhus, en Dinamarca, demuestran ahora que los verbos y nombres de acción —saltar, lanzar, patada, baile— inducen casi inmediatamente, en solo 80 milisegundos, la actividad del córtex motor, la parte del cerebro situada sobre las orejas que normalmente se ocupa de mover los músculos. Y no solo eso: la actividad casa con la zona concreta del cuerpo implicada en el significado de la palabra en cuestión.
El córtex motor funciona en la comprensión del lenguaje
Más aún: Shtyrov y sus colegas han observado que la activación de la zona relevante del córtex motor —como por ejemplo la que mueve las piernas si se trata del verbo saltar— se suprime si se presenta al voluntario con otra palabra semánticamente incompatible, como por ejemplo quieto o sentarse. Este efecto se corresponde con el fenómeno bien documentado por los neurólogos de la inhibición lateral durante el procesamiento del significado de las palabras, y en muchos otros fenómenos de la percepción y el conocimiento.
La activación del cerebro motor en 80 milisegundos es mucho más rápida que la percepción consciente, que le cuesta al cerebro cerca de 300 milisegundos, o casi un tercio de segundo. Además, el fenómeno es por completo independiente de que el sujeto esté prestando atención o no al ejercicio que le presentan los científicos. Estas dos observaciones —junto al hecho de que el fenómeno funcione tanto con nombres como con verbos— llevan a los autores a proponer que los circuitos motores están implicados en la interpretación del lenguaje de un modo automático. Este automatismo es la marca de fábrica del órgano mental del lenguaje propuesto por el gran lingüista Noam Chomsky a mediados del siglo pasado.
La neurociencia está esculpiendo poco a poco una teoría radicalmente nueva del más antiguo problema de la semántica: que el signo y el significado constituyen dos mecanismos cerebrales íntimamente relacionados.

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