lunes, 10 de febrero de 2014

Las otras heridas de la Guerra Civil | Salud | EL MUNDO

Las otras heridas de la Guerra Civil | Salud | EL MUNDO



Un salón del Casino de Madrid habilitado como hospital en la Guerra...
Un salón del Casino de Madrid habilitado como hospital de sangre en la Guerra Civil J. MARTÍN SÁNCHEZ SECOM
CIRUGÍA Libro homenaje

Las otras heridas de la Guerra Civil

  • Un libro recoge las cirugías a varios soldados heridos durante la contienda

  • Un dentista asturiano documentó sus trabajos en un hospital de campaña en Madrid



Un día, desmantelando el piso de la calle Postigo San Martín donde su padre había tenido la consulta de dentista hasta su jubilación, una mujer -ya octogenaria- encuentra un viejo álbum de fotos. Junto a algunos pulcros dibujos de anatomía hechos a mano, encuentra una colección de fotografías de la Guerra Civil en las que pueden verse las terribles heridas en la cara de un grupo de soldados.
Así comienza la historia que esta semana ha culminado en Madrid con la presentación de un original libro La otra cara de la Guerra Civil(editorial Lunwerg), editado por la Sociedad Española de Cirugía Oral y Maxilofacial (Secom) en honor al doctor Jesús Martín Sánchez, el autor de aquellas fotografías a medio camino entre la historia y la medicina.
La mujer, hija de aquel pionero de la cirugía maxilofacial en España, se presentó un día acompañada por un familiar ante esta sociedad científica con el material de su padre con una única petición, convertir aquel archivo personal en un pequeño homenaje al doctor Martín Sánchez y, de paso, a los aproximadamente 20.000 médicos que se calcula que tuvieron que intervenir durante la Guerra Civil, en uno y otro bando.
El trabajo de edición, coordinado por los doctores José Luis Cebrián y Arturo Bilbao, ha permitido reconstruir casos completos en los que el cirujano iba fotografiando con meticulosidad científica los terribles daños en la cara causados por heridas de bala o metralla y, posteriormente, su reconstrucción quirúrgica (a menudo en varias fases) así como el resultado final.
"El doctor Martín Sánchez era dentista", explica el doctor Cebrián, vicepresidente de la Secom, "se había formado de la mano del doctor Bernardino Landete, considerado el padre de la cirugía maxilofacial en España". Sin embargo, la Guerra Civil española se cruzó en el camino de este joven dentista y fue desplazado como médico en uno de los llamados hospitales de sangre que se establecieron en Madrid para atender a los heridos que iban llegando, ya estabilizados, de los hospitales de campaña que había cerca del frente.
"Su hospital estaba en la zona de Chamartín, donde eran frecuentes los francotiradores nacionales, por lo que eran habituales grandes heridas y destrozos en la cara", explica el doctor Cebrián. Por eso, pese a que el archivo tenía algunas lagunas y datos incompletos, los editores sospechan que los heridos de las fotografías podían tratarse de soldados republicanos, aunque como recuerda el prólogo, bien podían ser del otro bando.
Como explica el doctor Bilbao, se calcula que el 10%-20% de los heridos en la Guerra Civil sufrieron heridas en la cara, un porcentaje similar al que se ha visto en otras contiendas, como la Guerra de Vietnam. Esas heridas, como se recuerda en varios capítulos del libro, infringían al contrincante graves pérdidas por las largas y costosas recuperaciones que suponían.
En 1936, las técnicas empleadas por el doctor Martín y sus colegas, cuando apenas se estaba empezando a ensayar la anestesia general y el único antiiflamatorio disponible era la aspirina, trataban de ir cerrando las tremendas heridas faciales poco a poco, en varias aproximaciones, a menudo con la ayuda de rudimentarias férulas, alambres y hierros para ayudar a soldar los huesos y conservar el máximo tejido posible.
El doctor Cebrián reconoce que gran parte del mérito de su colega consistió en documentar meticulosamente sus casos con las técnicas fotográficas de la época y con un evidente afán por mejorar y por lograr el mejor resultado estético para sus pacientes. "Uno de ellos le mandó incluso su última fotografía cuando ya estaba de vuelta en su casa, con lo que eso supone en una época en la que la gente quizás se hacía una única fotografía en toda su vida", destaca este especialista.
Pero de la particular relación del cirujano con sus pacientes dan fe también los dibujos que acompañaban a las fotos. Todo indica que el autor fue un paciente que se quedó a colaborar con Martín Sánchez tras su recuperación. Además de su firma, J. Saez, estampada en las ilustraciones, sólo se sabe que fue un hombre con un extraordinario talento para el dibujo y con conocimientos de anatomía para realizar unas imágenes que los especialistas contemporáneos se atreven a comparar "con radiografías en tres dimensiones".
Finalizada la guerra, el ejército nacional le confiscó al doctor Martín algunas de las preparaciones anatómicas de dientes que tenía en aquel hospital de Chamartín, un motivo por el que quizás él mismo prefirió no compartir con nadie la existencia de aquellas fotografías de guerra. Finalizada la contienda -hace ahora 75 años- siguió ejerciendo como dentista en Madrid, donde falleció en 1993 a los 85 años.
Uno de los soldados tratados por el doctor Martín

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