sábado, 22 de febrero de 2014

Hallan pistas de la obesidad en bebés: MedlinePlus

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Hallan pistas de la obesidad en bebés

Un estudio con gemelos observó las diferencias en la genética, el apetito y la sensación de saciedad tras comer
Traducido del inglés: martes, 18 de febrero, 2014
Imagen de noticias HealthDay
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LUNES, 17 de febrero de 2014 (HealthDay News) -- Los bebés con unos apetitos sanos crecen más rápido y podrían estar genéticamente predispuestos a la obesidad, según una investigación reciente.
En dos estudios vinculados, unos investigadores británicos hallaron que los bebés que tenían un mayor apetito crecían más rápido en un periodo de 15 meses, lo que aumentó su riesgo de obesidad. Su deseo de comer más podría ser genético, sugirieron también los hallazgos.
"El apetito es clave, y sería sensato que los padres se mantuvieran atentos a los niños que parecen responder a la comida de forma mucho más ávida que sus pares", planteó la investigadora líder, Clare Llewellyn, profesora de investigación conductual en obesidad del Centro de Investigación en Conductas de Salud del Colegio Universitario de Londres.
Además, los genes parecen desempeñar un rol importante en la predisposición a la obesidad, comentó Llewellyn.
El peso corporal y la obesidad se ven fuertemente influenciados por los genes, lo que es sorprendente, apuntó, porque la epidemia de obesidad ha sido más bien reciente, mientras que la conformación genética de las personas no ha cambiado.
La resolución de esta aparente paradoja podría hallarse en la influencia que los genes tienen sobre el apetito, al reducir o no reducir el impulso de comer en respuesta a las señales internas de saciedad, apuntó Llewellyn.
"Los cambios recientes en el ambiente alimentario han desempeñado un rol causal en los aumentos en el peso poblacional", señaló. A medida que la comida está disponible con mayor facilidad, las personas de todas las edades "que han heredado genes que les hacen sentirse menos satisfechas son más propensas a comer en exceso y a aumentar de peso".
Los padres deben prevenir el aumento excesivo de peso al ser estrictos sobre los alimentos disponibles, mantener los refrigerios escondidos y restringir la cantidad de comida que sus hijos comen, aconsejó Llewellyn.
Los informes aparecen en la edición en línea del 17 de febrero de la revista JAMA Pediatrics.
Daniel Belsky es miembro postdoctoral del Centro del Estudio del Envejecimiento y el Desarrollo Humanos de la Universidad de Duke. "Estos sugerentes hallazgos nos acercan un poco más a la comprensión del motivo de que el ambiente [facilitador de la obesidad] en el que todos vivimos hace que algunos seamos gordos y otros no", comentó Belsky, autor de un editorial que acompaña al estudio en la revista.
Pero Belsky no recomienda que los padres restrinjan la alimentación de sus bebés como forma de prevenir la obesidad.
"Los bebés hacen lo suyo, que es crecer y desarrollarse, muy bien", dijo. "Casi siempre saben lo que necesitan, y los padres deben dejarse guiar por ellos. Si los padres están preocupados por el apetito de sus bebés, deben hablar con el pediatra".
Para el primer estudio, Llewellyn y sus colaboradores observaron de cerca a casi 800 gemelos no idénticos del mismo sexo nacidos en Reino Unido en 2007. De ellos, siguieron a un número más bajo de gemelos para examinar sus respuestas a la comida (el impulso de comer en respuesta a ver u oler comida) y la respuesta de saciedad (el deseo de comer en respuesta a los desencadenantes de saciedad del cuerpo).
A los 6 meses de edad, el gemelo que más respondía a la comida pesaba, en promedio, 1.4 libras (0.63 kilos) más que el otro gemelo, hallaron los investigadores. A los 15 meses, el gemelo que más respondía a la comida pesaba casi 2.1 libras (casi 1 kilo) más. Además, el gemelo con una menor respuesta de saciedad pesaba 1.4 libras más que el otro gemelo a los 2 meses, y 2 libras (0.9 kilos) más a los 15 meses.
En el segundo estudio, los investigadores recolectaron datos de casi 2,300 niños de 10 años nacidos en Reino Unido entre 1994 y 1996.
Crearon una puntuación de riesgo genético de obesidad, que medía el riesgo de obesidad de cada niño mediante la observación de 28 genes relacionados con la obesidad. Una puntuación más alta conlleva un mayor riesgo de obesidad.
Los niños con las puntuaciones más altas eran propensos a tener un mayor índice de masa corporal (una medida de la grasa corporal que se basa en la estatura y el peso) y unas cinturas más anchas. Además, estos niños eran más propensos a tener unas respuestas bajas a la saciedad, apuntaron los investigadores.
Pero un experto de EE. UU. cuestionó qué tanto un enfoque en la genética en realidad ayuda a abordar el problema de la obesidad.
"Que haya una variación genética que subyace a la vulnerabilidad humana a la obesidad, y a rasgos mediadores como el hambre y la sociedad, no es demasiado [sorprendente]", apuntó el Dr. David Katz, director del Centro de Investigación en Prevención de la Universidad de Yale.
"Espero que la búsqueda de los 'genes de la obesidad' no confunda el hecho de que nuestra vulnerabilidad a ahogarnos en las calorías también es ampliamente compartido, y que es la norma más que la excepción", apuntó Katz. "La variación genética que hallamos en el mundo de obesidad descontrolada de hoy en día también existía en el día de ayer, cuando la obesidad era más bien poco común. Lo que ha cambiado no es lo que llevamos dentro, sino lo que nos rodea".

Artículo por HealthDay, traducido por Hispanicare
FUENTES: Clare Llewellyn, Ph.D., lecturer in behavioral obesity research, Health Behavior Research Center, University College London, England; Daniel Belsky, Ph.D., postdoctoral fellow, Center for the Study of Aging and Human Development, Duke University, Durham, N.C.; David Katz, M.D., M.P.H., director, Yale University Prevention Research Center, New Haven, Conn.; Feb. 17, 2014, JAMA Pediatrics, online
HealthDay
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