lunes, 28 de octubre de 2013

Eje del estrés sobreactivado, clave para tratar la depresión - DiarioMedico.com

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Abordaje de la ansiedad y la depresión

Eje del estrés sobreactivado, clave para tratar la depresión

Bases moleculares que vinculan estrés con la ansiedad y la patología. El desequilibrio del receptor CRH1 explicaría el fracaso terapéutico.
Covadonga Díaz. Oviedo | dmredaccion@diariomedico.com   |  28/10/2013 00:00

Damián Refojo
Damián Refojo, integra la delegación que acompañará a Peter Gruss, presidente de la Sociedad Max Planck para el Avance de la Ciencia. (D. Díaz)

Identificar el subgrupo de pacientes en los que el eje del estrés está especialmente activado puede ser una de las estrategias para tratar de mejorar los resultados en el abordaje de la ansiedad y la depresión. Así lo ha señalado Damián Refojo, director del grupo de Neurobiología Molecular del Instituto Max Planck de Psiquiatría, en una entrevista concedida a Diario Médico con motivo de su visita a Oviedo para recoger el Premio Príncipe de Asturias de Cooperación Internacional.

Este especialista y su grupo de investigación han dedicado buena parte de sus esfuerzos a estudiar el estrés crónico y su relación con distintos tipos de enfermedades, en particular "el papel crítico que juega en los trastornos por depresión y ansiedad". Refojo ha recordado que más de tres décadas después del diseño de la fluoxetina "nos encontramos con que aún desconocemos las bases fisiológicas de estos trastornos psiquiátricos, en el sentido de que ignoramos los mecanismos moleculares subyacentes y los circuitos neuronales involucrados".

Para desentrañar las bases moleculares que vinculan el estrés con la ansiedad y la depresión el grupo de Refojo ha trabajado con ratones mutantes. A partir de ahí, han estudiado un neuropéptido, en concreto, el receptor 1 de la hormona liberadora de corticotropina (CRH), que controla la liberación de glucocorticoides, un evento fundamental en la respuesta adaptativa del cerebro hacia el estrés.

La desregulación de la expresión y función de ese neuropéptido se relaciona con el desarrollo de trastornos depresivos. El grupo de Refojo ha llevado a cabo un mapeo de los circuitos neuronales en los que actúa el receptor CRH1 y que están controlados por su neuropéptido. "Y hemos visto que el CRH puede ser ansiogénico y ansiolítico".

En consecuencia, la función es dual "y depende de los circuitos donde se vaya a buscar. En concreto, tiene una función ansiogénica cuando se ubica en circuitos del cerebro anterior que utilizan el transmisor glutamato, mientras que en los circuitos dopaminérgicos que utilizan el neurotransmisor dopamina, es decir aquel que actúa en los mecanismos de respuesta de placer y recompensa y se desregula en situaciones de adición, genera una respuesta ansiolítica. Conocer este desequilibrio "puede hacernos entender mejor por qué los tratamientos frente a la depresión y la ansiedad consiguen buenos resultados en algunos pacientes y no en otros".

Refojo ha querido pronunciarse sobre el momento económico y político: "En situaciones de crisis como la que vivimos es cuando vemos que los gobiernos cometen siempre los mismos errores, al castigar sanidad, ciencia, educación y servicios sociales. Las consecuencias de desinversión en esas áreas las pagamos durante décadas. En Argentina lo sabemos bien".

Mientras que "en Argentina el presupuesto en educación ha alcanzado el 5 por ciento del producto bruto anual, porque este país ha aprendido de sus errores, en Europa la situación es variable. España está reproduciendo el paradigma argentino en 2001: presión internacional para dirigir su política de Estado, déficit público y altos niveles de desempleo".

Sobre la autonomía limitada del Gobierno español para decidir, Refojo se pregunta: "¿Es que alguien puede dudarlo?", en referencia a "sectores donde se decide la política de los países de la Unión Europea". Y vuelve al ejemplo argentino: "El entonces presidente del Fondo Monetario Internacional Rodrigo Rato quiso decir lo que tenía que hacer, al igual que el Banco Mundial y el Club de París; diez años después Rato resultó no ser buen administrador".

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