lunes, 24 de junio de 2013

La asignatura pendiente del DSM-5 son los biomarcadores - DiarioMedico.com

La asignatura pendiente del DSM-5 son los biomarcadores - DiarioMedico.com

clasificación de las enfermedades mentales

La asignatura pendiente del DSM-5 son los biomarcadores

La nueva clasificación se inclina por la dimensionalidad de las patologías. El monográfico 'DSM-5 ¿Quo vadis?' analiza los principales cambios.
Karla Islas Pieck. Barcelona | karla.islas@diariomedico.com   |  24/06/2013 00:00
 

La nueva clasificación de los trastornos mentales de la Asociación Americana de Psiquiatría (APA, por sus siglas en inglés), recopilada en el DSM-5, acaba con la histórica multiaxialidad con la que se ordenaban estas enfermedades para centrarse en un único eje con el objetivo de mejorar la fiabilidad diagnóstica y reducir la comorbilidad de estas patologías, según ha explicado a Diario Médico Miquel Bernardo Arroyo, director de la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clínico de Barcelona y presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría Biológica.

El documento, que sustituye al DSM-IV elaborado en 1994, pretende homologar la clasificación de las enfermedades mentales con las del resto de especialidades médicas y plantea un diagnóstico que toma en cuenta no sólo la presencia o ausencia de síntomas, sino también su gravedad. "En muchas patologías no hay un punto de corte claro entre lo que es salud y lo que es enfermedad; es lo mismo que sucede con la diabetes, la hipertensión o el colesterol: hay zonas limítrofes y aquí también se ha intentado hacer esta apuesta por una organización dimensional".
  • Probablemente el 'DSM-5' ha llegado demasiado pronto. La investigación en este campo está avanzando mucho y es muy posible que en los próximos años veamos cambios"
A su juicio, el DSM-5 presenta mejoras respecto a las versiones anteriores, ya que ha ganado en homogeneidad y especificidad, "pero no en validez, porque para ello deberíamos tener marcadores externos a la propia clínica que definieran mejor las enfermedades". Por este motivo considera que el "gran fracaso" del proyecto ha sido que no se han podido integrar marcadores biológicos con suficientes datos empíricos para el diagnóstico de las patologías mentales, tal como se pretendía al inicio. "Hace 15 años, cuando se inició el proceso, se pensaba que ahora ya se dispondría de biomarcadores eficaces, pero no ha sido así. Aunque se ha avanzado mucho, los marcadores que tenemos son inespecíficos". En su opinión, la investigación en este campo está avanzando muy rápidamente y es muy posible que en la próxima década se definan muchos biomarcadores: "Probablemente el DSM-5 ha llegado demasiado pronto".

Bernardo, que es también investigador principal del Centro de Investigación Biomédica en Red de Salud Mental (Cibersam), ha editado, en colaboración con Miquel Bioque Alcázar, el monográfico DSM-5 ¿Quo vadis?, fruto de un estudio que se ha realizado de manera simultánea durante los casi quince años que ha tardado el proceso de elaboración de la nueva clasificación, en la que participaron 1.500 expertos en trece grupos de trabajo y seis de estudio. El resultado sirve de guía para entender los cambios en cada una de las categorías, así como los puntos fuertes y las debilidades del documento.

Uno de los principales problemas que han rodeado a esta especialidad médica en los últimos años es la comorbilidad, ya que la inespecificidad de la clasificación clínica favorecía que un mismo paciente fuera diagnosticado de enfermedades de ejes diferentes, "cuando en realidad todo era parte del mismo problema, pero al cumplir criterios para distintas patologías se le diagnosticaba de más de una de ellas".

¿Medicalizar los problemas de la vida cotidiana?

Uno de los cuestionamientos que se han hecho históricamente sobre la clasificación de las enfermedades psiquiátricas es si patologiza o no los problemas de la vida cotidiana. En opinión de Miquel Bernardo, director de la Unidad de Esquizofrenia del Hospital Clínico de Barcelona, se trata de un debate puramente ideológico, ya que "todos los trastornos que se incluyen cumplen los criterios de algo que merece tratamiento o que existe alguna intervención que ofrece un beneficio para el paciente". Ha añadido que los profesionales que han trabajado en el desarrollo del DSM-5 en los últimos años "han sido muy escrupulosos al diseñar las nuevas categorías y, de hecho, no hay más enfermedades ahora respecto a las que había antes". Para él, "una herramienta puede estar bien o mal utilizada, pero eso no es problema de la herramienta".

No hay comentarios:

Publicar un comentario