lunes, 25 de marzo de 2013

En la estrategia del tratamiento del cáncer, la máxima es la calidad de vida, lo que implica que no haya dolor - DiarioMedico.com

En la estrategia del tratamiento del cáncer, la máxima es la calidad de vida, lo que implica que no haya dolor - DiarioMedico.com

dolor infantil

En la estrategia del tratamiento del cáncer, la máxima es la calidad de vida, lo que implica que no haya dolor

Un 85 por ciento de los niños que padecen cáncer tienen dolor en algún momento de su enfermedad.
Sonia Moreno / Raquel Serrano | 25/03/2013 00:00


Se calcula que un 85 por ciento de los niños que padecen cáncer tienen dolor en algún momento de su enfermedad, bien provocado por el tipo de tumor o por el tratamiento antineoplásico. Sin embargo, esta área es una de las que gozan tradicionalmente de mayor conciencia y sensibilización, ya que el dolor, aunque no aparezca, forma parte de la estrategia integral del abordaje del niño con cáncer.

"Cuando diagnosticamos un tumor, lo primero que decimos a los niños es: la regla número uno del hospital es prohibido tener dolor. Saben que si les duele algo nos lo tienen que decir para que podamos darles una analgesia adecuada", señala Álvaro Lassaletta, del Servicio de Hemato-oncología Pediátrica del Hospital Infantil Niño Jesús, de Madrid.

A su juicio, es fundamental que dentro de la estrategia del tratamiento del cáncer, uno de los objetivos sea preservar la calidad de vida del paciente durante el proceso, "y esto, sin duda, incluye no tener dolor. Esta máxima conduce a que todos los procedimientos que se aplican a los niños con cáncer -poner un catéter, hacer una biopsia de médula ósea, una punción lumbar, o incluso una biopsia de piel- se realicen con una analgesia adecuada".


Efectos colaterales
Lassaletta confirma que en la mayoría de las ocasiones el dolor en cáncer se deriva del tratamiento. "Son los llamados efectos colaterales: después de una cirugía, de colocar un catéter venoso central, hasta la aparición de una mucositis aguda grave, producida por la quimioterapia, y que produce un dolor tan intenso que es necesario implantar bombas de perfusión continua de morfina a dosis elevadísimas". Sin embargo, y como dato curioso, "cuando les preguntas a los niños, muchos años después de finalizar la terapia, lo que más recuerdan son las punciones lumbares, que antes se hacían sin sedación". El dolor no condiciona el pronóstico tumoral, pero el oncólogo intuye que la calidad de vida influye en el estado anímico "y, si éste es bueno, puede repercutir en el resultado global terapéutico".

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