vinculación entre microbiota y salud
La flora intestinal se deja sentir también en el resto del cuerpo
Las bacterias que pueblan el intestino son una especie de 'huella dactilar' de cada individuo. El equilibrio roto entre baterias 'indígenas' y el hombre puede influir en diversas patologías.
Sonia Moreno | soniamb@diariomedico.com | 21/01/2013 00:00
Ötzi, la momia (3.350-3.100 A.C.) hallada entre los hielos de los Alpes, es un filón cuyo límite de explotación científica parece no tener fin. Incluso la composición del ADN de su microbiota constituye objeto de estudio.
Esas muestras, junto con las de un soldado congelado en 1918 en un glaciar, han servido para trazar la variación ecológica de las bacterias de nuestro intestino. A los datos aportados por las momias se sumaron los de coprolitos (fósiles fecales) de diferentes yacimientos arqueológicos americanos, todos datados con más de mil años. La conclusión principal alcanzada por investigadores de la Universidad de Oklahoma, y que aparece en PLoS ONE, es que en los últimos cien años se ha producido el mayor cambio en la microbiota de los residentes en ciudades. De hecho, la composición bacteriana del intestino de nuestros antepasados remotos es más similar al de personas de sociedades no desarrolladas industrialmente, que al de urbanitas y occidentales, en general. La perspectiva histórica apoya así una sospecha sobre cuya pista ya estaban los especialistas: la relación del hombre con sus bacterias ha cambiado, fruto de los nuevos hábitos en la alimentación y estilo de vida (mayor asepsia y antibioterapia).
La vía sexual
¿Es bueno que estas bacterias indígenas cambien? La vinculación entre microbiota y salud, comprobada en patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome de Crohn, sugiere que una transformación en la flora intestinal tiene efecto.
Ida y vuelta
La composición genética de las bacterias autóctonas se investiga al detalle en proyectos como el euroasiático MetaHIT (Metagenómica del Tracto Intestinal Humano) y el del Microbioma Humano (HMP). No obstante, el camino podría recorrerse a la inversa, pues los genes humanos parecen condicionar a la población bacteriana. Una variación en el gen IRGM, como se apunta en un trabajo en Gut encabezado por Mauro D'Amato, del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), hallada en pacientes con Crohn, parece determinar un predominio anómalo de las bacterias Prevotella en la comunidad de la flora sobre el de Bacteroides.
Esas muestras, junto con las de un soldado congelado en 1918 en un glaciar, han servido para trazar la variación ecológica de las bacterias de nuestro intestino. A los datos aportados por las momias se sumaron los de coprolitos (fósiles fecales) de diferentes yacimientos arqueológicos americanos, todos datados con más de mil años. La conclusión principal alcanzada por investigadores de la Universidad de Oklahoma, y que aparece en PLoS ONE, es que en los últimos cien años se ha producido el mayor cambio en la microbiota de los residentes en ciudades. De hecho, la composición bacteriana del intestino de nuestros antepasados remotos es más similar al de personas de sociedades no desarrolladas industrialmente, que al de urbanitas y occidentales, en general. La perspectiva histórica apoya así una sospecha sobre cuya pista ya estaban los especialistas: la relación del hombre con sus bacterias ha cambiado, fruto de los nuevos hábitos en la alimentación y estilo de vida (mayor asepsia y antibioterapia).
La vía sexual
¿Es bueno que estas bacterias indígenas cambien? La vinculación entre microbiota y salud, comprobada en patologías como la enfermedad inflamatoria intestinal y el síndrome de Crohn, sugiere que una transformación en la flora intestinal tiene efecto.
- Las últimas investigaciones indagan en la relación de la microbiota sobre enfermedades autoinmunes como artritis y EM, la aterosclerosis y el ictus
Ida y vuelta
La composición genética de las bacterias autóctonas se investiga al detalle en proyectos como el euroasiático MetaHIT (Metagenómica del Tracto Intestinal Humano) y el del Microbioma Humano (HMP). No obstante, el camino podría recorrerse a la inversa, pues los genes humanos parecen condicionar a la población bacteriana. Una variación en el gen IRGM, como se apunta en un trabajo en Gut encabezado por Mauro D'Amato, del Instituto Karolinska de Estocolmo (Suecia), hallada en pacientes con Crohn, parece determinar un predominio anómalo de las bacterias Prevotella en la comunidad de la flora sobre el de Bacteroides.
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